La Afronta a Eau Rouge Opciones

[KARNAPLOSKY]

joder es como que alguien hubiera abierto una ventana y de golpe aire fresco, muchisimas gracias, espero el resto

[Champagne Supern...]

.........(continuación)
Ocurrió una mañana de 2008. Ron Dennis asistía incrédulo al enésimo coqueteo de su equipo con las últimas posiciones de la parrilla de salida. Esta vez no iba a ser mejor pues sus dos pilotos eran incapaces de devolver la gloria a los de Paragon.


Se levantó con el ceño fruncido. Ni siquiera había podido dormir mucho. Las negociaciones con mil sponsors lo único que le traían eran disgustos a su ya torturado sistema cardiovascular. La ambición seguía ahí, como siempre, mas era evidente que esa misma ambición, la que varias veces lo había llevado a lo más alto, ahora lo estaba masacrando y torturando. Y cada día era peor. Ni siquiera la ducha le hizo ver las cosas un poco más positivas. Una vez saboreada la gloria no había nada que le diese más placer que la sensación de saberse el mejor, por encima de todos por muy buenos que sean o por mucho empeño que pongan en bajarlo del pedesta. Cuanto más se esforzaban en atraparlo, mayor era la satisfacción.


Otro año más Spa. Aun después de dos años sin Gp todo seguía en el mismo sitio. Cambiaba tan despacio que uno no se daba cuenta. Su sensación estuvo entre la melancolía y una profunda angustia. Era evidente que demasiadas cosas habían cambiado ahí afuera, para mal, a su alrededor en los últimos años. McLaren no era ya sino una difusa imagen de lo que había sido en el pasado. Desayunó a solas en el hotel, pensando en cómo diablos iba a arreglar el desaguisado del siguiente GP; luego salió hacia el circuito.


Mientras conducía su viejo CLK por las carreteras belgas creyó que todo aquello formaba parte de un tunel, de un bucle que se repetía año a año, pero con la espiral cerrándose y hundiéndose en la oscuridad negra de los profundos bosques. No lo deseaba, pero sabía que podía ser su último año al frente del equipo, quizá era el momento de darle un descanso a la mente aunque no estuviese acostumbrada a las pausas o descansos.


Ron aparcó su coche entre dos flamantes BMW de última generación. Quizá eso era el reflejo de la realidad; ¿estaba ya demasiado viejo? Eso es algo que una persona como Ron es capaz de plantearse, pero jamás admitir. Raudo se dirigió a los boxes a echar un vistazo al trabajo de los chicos; no por mucho madrugar amanece más temprano, dice el refrán, y se encontró todo desierto. Se sentó en el muro, como tantísimas otras veces y con gesto cansino reclinó la cabeza sobre su mano. El silencio reinante era sumamente gratificante, pero también cruel. La idea de abandonar aquel mundo, que era el suyo, lo angustiaba. Recordó a Ken Tyrrell. ¿Dónde estaba ahora el viejo Tyrrell? En cientos de páginas de libros, nada más. Su recuerdo eran esos libros y fotos, objetos inútiles. Así acabaría él: su pasión por ser el mejor, sus pensamientos, sus éxitos. Páginas de libros, hasta que alguien quisiese olvidarlos. Allí apoyado se dió cuenta de que había vivido en una burbuja demasiado tiempo, que había perdido demasiadas cosas y que quizá no hubiese tiempo para atraparlas.

Los sueños de Ron eran ahora su pasado, y el presente tan sólo servía para rememorarlo al más mínimo detalle, pero sólo porque la realidad estaba siendo igual de dura con él que con el resto de los mortales. Siguió apoyado en el muro más de media hora, recostado y con la mirada perdida, formando aprte del escenario, como (casi) siempre. Las arrugas que surcaban su rostro habían borrado cualquier resquicio de felicidad pasada. La vida se le había pasado a ritmo de pole y ahora notaba cómo el motor perdía potencia. No podía hacer nada para evitarlo. Llamaba a boxes a gritos, desde su interior, pero nadie respondía. Aquella podía ser su última vuelta en carrera. Para ganar, primero hay que llegar, se dijo como otras veces; primero hay que llegar...