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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 641 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 2.567 ![]() |
GRAHAM HILL, muy bueno, muchas gracias por tan emotivo relato. Javi - Pollensa - Baleares EC 6 FK http://www.qsl.net/ec6fk -------------------- Javi - Pollensa - Baleares
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Publicado:
#2
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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 38 Desde: 11-March 08 Usuario No.: 1.617 ![]() |
Hace mucho tiempo que no escribía en el foro aunque si lo he estado leyendo y no he podido con todo lo que ha pasado últimamente dejar de expresar lo que siento.
Hace muchos años hubo una vez un niño que, acompañado de su padre, iba a carreras de coches de radiocontrol y no se le daba mal del todo, de hecho ganó todo lo que se propuso. Ese niño fue creciendo y el gusanillo de las carreras se fue introduciendo poco a poco en él. Primero en España, luego en Inglaterra. Decisiones que desde luego le debían costar de tomar porque estoy convencido que si se hubiera quedado aquí hubiera sido de los que no hubieran vivido mal e incluso hubiera conseguido pases VIP para la F1 en Montmeló, para ver su pasión los coches de carreras, la F1. Pero decidió irse, y además no lo hacía mal del todo, y la gente hablaba de él, bueno gente de fuera, porque aquí mucha tradición en automovilismo de circuito salvo honrosas excepciones, no hay. Y llegó tan lejos que se fué a Japón. Allí además de sushi hay una de las competiciones que pueden dar acceso a la F1 más importantes y que pasó... que arrasó. Pero aquí no salía en la tele, ni en el Hola, sólo era un muy buen piloto sin apoyos, que se valía por sus manos y su decisión a la hora de apretar el pie derecho. Pero lo que se veía en los ojos de aquel niño con su coche de radio control, no había desaparecido, seguro que por aquel entonces se sentía seguro de sí mismo y agradecido de poder estar haciendo lo que más le gustaba, correr en coches. Y por fin llegó el gran salto, la oportunidad, sin llamarse como el Grande, y sin tener todo una pais con tradición de F1 detrás, llegó a ella. Primero de probador en un equipo que buscaba el dinero que logró encontrar gracias a una de las pocas empresas de aquí que cree en lo que se ve en esa mirada que solo ojos como los suyos pueden tener. Y el gran momento, el soñado debut en la F1 llegó, y consigue lo que muy pocos entre los mejores han conseguido, puntuar en su primera carrera. Y después continúa demostrando que lo que hacía con aquel coche de radio control no era más que el primer paso de un sueño mucho más importante, ganar como siempre lo había hecho hasta ahora en todo lo que se había propuesto. Pero cuanto más subes más riesgo corres y más dura es la caida, así que su sueño se truncó, por un manguito de 1 € una vez o por problemas ajenos a él en otras ocasiones. Y al final a pesar de haber hecho parecer un coche naranja como si fuera rojo o plata, esa terrible realidad que existe por el mal de alturas, estés donde estés y te dediques a lo que te dediques, le truncó el paso. Pero se sobrepuso, seguro que con más de una palabra sin decir, con muchas ganas de demostrar que es injusto que el dinero domine a la capacidad y al tesón...pero apareció el duende verde vestido de felino. Ese duende según cuentan las leyendas quería hacer del verde inglés el rojo italiano, y allí le valoraron a él no al dinero que podía traer, y trabajó, vaya si trabajó, y superó a alguien que había conseguido parte de sus sueños, ganar en F1...pero ese sueño que nos mantuvo sobremesas pendientes y noches sin dormir, también se truncó. De nuevo la política de las alturas, esa que muchos no entendemos, le despertó del sueño verde. Ya no sabremos que podía haber sido del duende, del felino y si podía haber ganado al caballo, pero una cosa es segura, sin la ambición que reflejaba ya desde niño el protagonista de nuestra historia y la destreza de sus manos que ha demostrado desde los tiempos de los coches de radio control, ese felino no alcanzará el caballo, y si no lo alcanza, mejor no estar. No sé que pasará, pero de lo que estoy seguro es que mi hijo, un poco más pequeño que aquel del radiocontrol, guardará las fotos con Pedro de la Rosa como uno de sus más preciados tesoros y el año que viene, si no logramos estar, mi hijo y yo frente a la TV y Pedro en Melbourne, cuando me pregunte por qué no está le tendré que decir que a veces los sueños no son todo lo largos ni acaban como quisiéramos y que al mío, al suyo, al nuestro, no lo han dejado acabar como merecía. Seguro que disfrutaremos de Fernando Alonso y de sus victorias, y le podré explicar a mi hijo como conocí a su padre en el aeropuerto de Bolonia, pero también él entenderá que no es lo mismo, aunque el final sea mejor. Gracias Pedro porque una vez hubo un niño que nos hizo sentir y soñar. Suerte |
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