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#1
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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 118 Desde: 11-March 08 Usuario No.: 91 ![]() |
Machaquito tio, no se de donde sacas estos relatos pero.... Son las ostia!!!
Muchisimas gracias. Asi da gusto leer el foro. Saludos, Adeur. |
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#2
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![]() Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 1.561 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 14 ![]() |
Las flechas de plata
Clarea 1954. Fangio recibe un llamado de Stuttgert, Alemania. El país de Wagner, recuperado de su loca autodestrucción bélica, cabalgaba sobre un milagro. Quiere extenderlo a las pistas, en forma de estrella de tres puntas. Para ello necesita al mejor. “Hicimos un trato muy ventajoso con la Mercedes Benz. Me daban una buena suma de dinero por carrera, pero como los autos no iban a estar listos para las primeras competencias del año, me dieron libertad para correr con la marca que quisiera.” En Buenos Aires elige una Maserati. Diluvia sobre el autódromo porteno. “El hombre de Balcarce, con cubiertas aptas para el agua, hacía pesar sus conocimientos de hombre de campo, arrancado lento y suave para transformarse en medio del vendaval en más rápido y eficiente del grupo – escribió Alfredo Parga – . Este día, recién tomaba un colectivo en la General Paz cuando faltaba una hora para la media noche; conmigo – y como yo – muchas otras gentes desperjuiciadas sanamente, despreciaban la mojadura y la espera, con la bulliciosa afonía de gargantas que habían gritado un nuevo triunfo argentino.” Fangio volvió a ganar en Bélgica, Mercedes apareció en Reims, con coches con ruedas cubiertas. La casa alemana no tenía intención de ganar ese año el torneo. Pero una circunstancia favorable – llamada Juan Manuel Fangio – les dio una grata respuesta antes de lo esperado “Fue el mejor equipo que integré. Corriendo para ellos siempre estuve tranquilo, eran muy fuertes, atendían cualquier reclamo. Tenían coches de avanzada para la época.” Las batallas con Kling en Reims y Nürburgring se dieron a favor del argentino. En Silverstone, el carenado juega una mala pasada: gana, otra vez, Froilan. Pero en Monza, su talento de zorro le envuelve con cinta de plata su segundo título. Stirling Moss abandona cuando lleva media vuelta: no ha sabido cuidar su ventaja. Fangio sí. Esa es la diferencia entre ambos. 1955 es un año caluroso en al Argentina. Para el Garn Prix, la temperatura en pista ronda los 60 grados centígrados. El calor y los espegismos hacen estragos. Ascari se estrella, Froilan pide relevo. Moss se agota, Castelloti se desmaya. Sólo un piloto permanece incólume al cabo de las tres horas de sacrificio inhumano. “Casi hice asado con mi carne. Pero yo me repetía ‘hay que seguir, hay que seguir’. Un espectador me tiraba un baldazo con agua cada dos o tres vueltas. No sé de donde saqué tamaña fuerza de voluntad. Sólo sé que me tuvieron que sacar del auto. Aguanté porque imaginaba que corría en polo.” Fangio y Mercedes son una conjunción imbatible. “De doce carreras del mundial que corrí para ellos entre 1954 y 1955, gané ocho. En otras tres salí segundo, tercero y cuarto, y sólo abandoné en Mónaco ’55, cuando Alberto Ascari se fue al agua. Para mí, en ese tiempo, el 75% del triunfo correspondía a las bondades del auto, y sólo el 25% restante al piloto y su suerte.” El espectacular accidente de Le Mans de ese año (83 muertos) provocó la suspensión de los GP de Alemania, Francia, Suiza y España. De haberse corrido estas carreras, con inmejorables posibilidades de que Fangio las ganara, hubiera sentado un record inigualado. “Fangio no sólo era un líder supremo sino también un admirable ejemplo de piloto con espíritu de equipo”, dijo de él Denis Jenkinnson, el periodista que acompañó a Stirling Moss a su victoria en la Mille Miglia italiana de 1955, integrando precisamente el equipo Mercedes. “En dos años recogieron mayor experiencia de la prevista, y eso hizo que se retiraran de las carreras antes de lo planeado, con toda la gloria posible.” Con su tercer título mundial, Fangio está en libertad de buscar el mejor equipo. Para 1956, éste se llama Ferrari. Cita en Maranello “Lo vi por primera vez durante la primavera de 1949 en le autódromo de Módena –escribe Enzo Ferrari en su libro Piloti, che gente de Fangio–, había otros pilotos, otras máquinas. Lo observé un par de vueltas, terminé por no poder sacarle los ojos de encima. Tenía un estilo insólito. Era el único que salía de las curvas sin rozar los fardos de paja exteriores. Este argentino, me dije, es verdaderamente bravo.” Siete años más tarde, Fangio y Ferrari sellan un acuerdo en Maranello. “Fangio, yo sé que usted es una persona cara, pero lo necesito”, le dijo el constructor. La relación no será ciertamente feliz. El italiano critica acerbamente al argentino desde entonces, Fangio jamás ingresa al terreno de la polémica. Pero resulta ser un año con avatares. Las Ferrari no arrancan la temporada con confiabilidad. Fangio gana en la Argentina con Musso, es segundo en Mónaco con Peter Collins, llega apenas cuarto en Reims. Un replanteo acelera la calidad, pero también los malentendidos. Las victorias en Silverstone y Nürburgring no impiden que Fangio llegue a Monza llevando en la manga la carta de un cuarto lauro. Pero collins le pisa el juego. Un brazo de dirección roto quiebra las ilusiones del campeón de revalidar el título. Musso para en boxes, pero se niega a darle su coche. El que sí lo hace es nada menos que Collins, su rival directo. El sí le ofrece su auto. Fangio, emocionado lo besa y parte hacia su nuevo campeonato. Collins se justificó así: “Fangio era el campeón él lo merecía. Acaso yo también, pero obtener el título me hubiera acarreado presiones que no quería soportar. Hubiese tenido que portarme, en más, como el campeón. Yo sólo corría por placer, no por obligación. De haberme consagrado, todo me hubiera pesado”. El experimento murió con el año. Ferrari acusó a Fangio de imaginar sabotajes. El Chueco jamás respondió. Con palabras, por supuesto. Un año más tarde entregaría su contestación, en el diabólico anillo del Eiffel. La mejor carrera de la historia “En Nürburgring teníamos grandes problemas de tenida. Las pirelli nuestras no iban a aguantar toda la carrera. Las Englebert de las Ferrari, sí. ‘Si sacas treinta segundos –me dijo Guerino Bertcchi, el jefe de mecánicos de Maserati– te cambiamos las gomas en ese tiempo’. En clasificación quedé delante de las Ferrari de Hawthorn y Collins, más maniobrables. Ellos salieron a hacer la punta de carrera y me sorprendió que se pasaran entre ellos. En la tercera vuelta los superé. Estaba andando diez segundos más rápido por vuelta que un año antes con la Ferrari.” “En la vuelta 12 paré en boxes con 29 segundos de ventaja. Pero, por nervios o no sé qué, perdimos el medio minuto y otros 48 segundos más. Faltaban diez vueltas, perdía una carrera que me podía dar el campeonato. Mientras asentaba las gomas, a la vuelta siguiente me fui a 51 segundos. Empecé hacer cosas que jamás había hecho, a pasar todas las curvas un cambio más arriba. Decidí encarar una curva de quinta peinando, totalmente a fondo. Era una curva con salto, y cuando terminé de volar, caí pegadito al borde exterior. Había entrado justo. Era una curva que enlazaba dos rectas y yo hacía el tramo cómo si fuera una recta única. Los cronómetros empezaban a cantar cómo rebanaba las diferencias. El box Ferrari se transformó en un revuelo.” “En clasificación había hecho 9.24.6. En la 19º vuelta ya hacía 9.23.4, y un giro más tarde marcaba 9.17.4. A dos vueltas del final, Hawthorn me llevaba tres segundos, Collins sólo uno. En la bajada de Adenau, veo, a lo lejos, dos manchas rojas. Eran dos Ferrari. Entré tercero a la última vuelta. Apareé a collins en lugar donde sólo podía pasar un sólo coche: él aflojó. A Hawthorn lo superé faltando la última vuelta. Se asustó, parece, de verme, porque el auto se le desacomodó y no pudo recuperarse. En el podio me esperaron eufóricos, como si ellos hubieran ganado. La tensión que había acumulado en esas dos últimas vueltas impidió que conciliara el sueño durante esas dos noches siguientes. Era el quinto título.” Grand Prix de Alemania, 1957, circuito de Nürburgring, de poco menos de 23 kilómetros. La mejor carrera de la historia de la fórmula 1, opinan expertos y nostálgicos. La ganó, a su estilo, Juan Manuel Fangio. “Dicen que fue la mejor de todos los tiempos. En una de ésas...” saludos machaquito -------------------- saludos
machaquito ¿Sera el Guaraná? These cars only achieve their true beauty being driven near the limit of their potential |
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