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#1
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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 118 Desde: 11-March 08 Usuario No.: 91 ![]() |
Machaquito tio, no se de donde sacas estos relatos pero.... Son las ostia!!!
Muchisimas gracias. Asi da gusto leer el foro. Saludos, Adeur. |
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#2
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![]() Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 1.561 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 14 ![]() |
San Remo, 1949
La excursión a Reims, Francia, antes del Gran Premio de Caracas, fue un anzuelo dificil de ignorar. La victoria de Oscar en Palermo, en enero de 1949, demostró por fin que los argentinos estaban para ganar en cualquier pista del mundo. A la semana de aquel triunfo, con una Maserati, Fangio gana en Mar del Plata. ¡A sólo 70 Kilómetros de Balcarce! “Se vinieron 30 mil paisanos a verme. En Balcarce sólo quedó el cura.” ¡Y qué nombres dejó atrás: Ascari, Villoresi, Farina...! Oscar no quiso intentarlo. Son Fangio y Benedicto Campos quienes hacen las valijas. Serán pilotos, chóferes y mecánicos del equipo argentino, dispuesto a arrebatar honores a los europeos en su terreno. ¿Qué van a buscar?, les pregutan antes de la partida. “Al menos un triunfo”, espera Fangio. Sus socios le han dado un año de gracia, para que les demuestre a los gringos lo que sabe. Tiene ya 36 años. Al menos un triunfo... La noche del 2 de abril de 1949, uno de los garajes del circuito Ospedaletti de San Remo alberga afiebrada actividad. Una biela fundida es el desvelo de Fangio. Con una tela esmeril, el Chueco pule durante dos horas el cigüeñal, coloca el cojinete nuevo, lo aprieta contra la biela, lo prueba. A la una de la mañana les dice a sus ayudantes: “Coloquen el cárter y terminen el coche. Yo me voy a dormir”. No están Ascari ni Farina, pero en las tortuosas subidas del trazado mediterráneo asoma la clase del príncipe siamés Bira. Las dos Maserati 4CLT, de litro y medio, azules y amarillas – los colores argentinos –, suministradas por el ACA, largan en primera fila. ¿Aguantará el motor de Fangio el trajín de las dos series de 45 vueltas cada una? “La única manera de conseguir el triunfo es picando al frente – piensa Juan Manuel en su cama –. Este circuito es parecido a Mar del Plata, hay que cuidarse de los cordones y doblar fuerte cuando haya espacio. Protegerse de cualquier macana ajena, no desconcentrarse un segundo. La mejor posición para reunir tantos requisitos es la de puntero...” 3 de abril de 1949, San Remo, es el primer triunfo de Juan Manuel Fangio en Europa. De punta a punta, claro. “No había tiempo para la farra. Volvimos a Galliate, el pueblito donde teníamos la sede del equipo, en la casa del malogrado Achille Varzi, manejando: yo, el Dodge Guerrero que los americanos habían abandonado en la guerra y que nos había costado 100.000 liras; Benedicto, el Kaiser Frazer con los autos. Ordenamos un poco las cosas y salimos rumbo a pau, en Francia.” De pau a Perpignan, y de allí a Marsella. Son todas victorias. En Italia se los ve con sorpresa, luego con agrado, más tarde con admiración. Cuando la suerte galantea con otras voluntades ganadoras, Fangio aconseja al ACA comprar dos Ferrari 2000. Luego de una complicada operación financiera, Fangio logra su deseo para el Gran Premio del Autódromo de Monza. Y gana, ante los ojos de Enzo Ferrari, ante el estupor de los espectadores que ven a sus pilotos, la crema y nata del automovilismo mundial, derrotados por una máquina con el motor semifundido y un hombre corpulento con talento de campeón al volante. Es demasiado para ellos. Demasiado para permanecer indiferentes. La temporada termina con otra victoria en Albi y dos abandonos en Reims marchando en punta. “Nadie podía entender nada. Para la gente resultaba muy extraño que un tipo llegara desde la Argentina y les ganara a todos sus ídolos. A veces pienso que yo tampoco entendía mucho lo que estaba sucediendo.” Fangio campeón del mundo “Yo había corrido con Maserati, con Ferrari, con Sinca, pero nunca con Alfa Romeo. Era mi deseo más profundo sentarme algún día con Alfa. La casa de Turín se había retirado a fines del ’48, pero volvía para el campeonato del mundo. ¡Y me llamaron! Fuimos con Farina a la presentación en San Remo. Ellos no querían correr en un principio, decían que el auto era un desastre. Los convencí diciendo: ‘Si gano, gana un Alfa; si pierdo, pierde Fangio’. Patiné en la largada y se me escaparon, pero le fui tomando la mano a la Alfaletta y gané. Me preguntaron cuánto quería por correr para ellos. Firmé el contrato en blanco. ‘Ahora llénelo como querían’, les contesté. El equipo de las FA (José Farina, Juan Manuel Fangio y Luigi Fagioli) terminó invicto el torneo de 1950. Tres victorias para Farina (Inglaterra, la primera del certamen; Suiza e Italia), las tres restantes para Fangio: en Mónaco, un temible accidente en la primera vuelta, donde se involucran diez autos, es salvado por el argentino, quien el día anterior a la carrera había visto fotografías de un accidente similar ocurrido en 1936 y supo entonces como superar el trance; en Spa-Francorchamps y en Reims. “En Monza necesitaba al menos un cuarto puesto para asegurarme el título. Había cinco Alfettas disponibles, y los directores dispusieron sortearlas: Farina y Fagioli también podían aspirar al campeonato. Se pusieron unos papelitos dentro de un sombrero y echamos suerte. Me tocó al que peor andaba, me di cuenta apenas la probé. Apuré de entrada y el motor no respondió. Abandoné la carrera, pero no las aspiraciones. De lago estaba seguro: el título no se iba a escapar el año siguiente.” La Alfetta era un auto para correr a 180 km/h, y consecutivas modificaciones en motores y carrocerías, llegó a rendir 310 km/h. Un coche pesado, con gomas muy finas, a semejante velocidad, no era precisamente algo sencillo de manejar. Se necesitaba de un temperamento robusto, un conjunto de músculos y cerebro con poder extremo de decisión. Fangio era esa conjunción. El campeonato del ’51 arranca bajo al lluvia del bosque de Bremgarten, en Berna. Fangio los madruga en el aguacero del pique. Ya son nueve puntos en el bolsillo. Las velocidades trepadas de Spa, un mes más tarde, le deparan un abandono, pero el consuelo de un punto más por haber registrado el record de vuelta. Luego en Reims, el circuito-mito de Fangio, el magneto rajado lo obliga a compartir primer cartel con Fagioli. Los noventas giros de Silverstone depararon una enorme sorpresa. La victoria nofue del campeón, ni del aspirante, ni siquiera de un Alfa Romeo. Por primera vez en la historia, la corona de la victoria viajaba a Maranello. La hazaña la rubricaba al pie de un cabezón de Arrecifes, José Froilán González. En Nürburgring repitió Ferrari en manos de Ascari, pero Fangio logró el segundo lugar y algo más de luz en el certamen. Monza volvió a traer aires de derrota al equipo Alfa. Ascari y Froilán construyeron un histórico1-2 para Ferrari, que ubicaba cuarto a Villoresi y quinto a Taruffi. El poderío milanés se deshacía, y sólo quedaba una carrera para definir el torneo: el Gran Prix de España, en el Barcelonés suburbio de Pedralbes. “No hubo necesidad de preguntarle a Juan Manuel Fangio si estaba contento, verdaderamente contento, por su victoria –escribía el periodista español Antonio Valencia, en el número de la última semana de octubre de ese año del semanario deportivo Marca – , su cara era todo un poema. Las felicitaciones y los abrazos parecían abrumarlo, sin embargo... Del vencedor ya está todo dicho, con no haber dicho mucho. Hizo una carrera implacable, exacta, redonda. Sobrepuso su clase y las condiciones de su máquina por encima del nivel del rendimiento enorme de González y Farina. Su lavor tuvo dos fases decididamente brillantes: la del despegue, para lograr posición y velocidad, y la del final, en la que expuso autoridad plena. Hoy, en definitiva Juan Manuel Fangio terminó de demostrar que es un irresistible campeón mundial...” Sí, Juan Manuel, el de Balcarce, monarca del mundo de los fierros. Una curva en Monza En 1952, la Federación Internacional hará el campeonato con de Fórmula 2, de hasta dos litros de cilindrada. Alfa Romeo se retira definitivamente. Juan Manuel Fangio, el campeón del mundo, es requerido en todas partes. Llueven las invitaciones para correr aquí y allá, distintas fábricas le ofrecen sus autos para participar. El Chueco ya tiene un campeonato a cuestas y ganas de más. Firma para Maserati en F2, para la casa inglesa BRM en F1 y correrá modelos Alfa Romeo en carreras Sport. El ajetreo permanente le traerá varios dolores de cabeza y un serio peligro. “Corrí un sábado de junio en Irlanda, con un BRM y había tomado el vuelo Londres – París –Roma, para llegar a tiempo a Monza y participar el domingo. Pero el mal tiempo hizo que el avión se quedara en le capital francesa, y entonces decidí ir a Milán en auto. Manejé toda la noche, llegando a Monza luego de quince horas de esfuerzo, sin dormir. Mis condiciones físicas eran absolutamente anormales. Pero largué la carrera. En la tercera vuelta me fui de la pista en la curva de Lesmo y golpeé brutalmente contra las defensas. La historia es breve: a las dos llegué al autódromo, a las dos y media estaba corriendo, a las tres estaba en hospital. En el accidente de Perú yo no perdí el conocimiento, pero estaba moralmente destruido. En Monza no tuve tiempo de asustarme. Cuando me desperté al verme vivo, pensé que había ganado la carrera más importante de mi vida.” Larga convalecencia repartida entre Milán y Balcarce se llevan el aciago año. La reaparición tuvo lugar en el Gran Prix de Argentina, seis meses más tarde. La calidad emergió intacta un año después del accidente, nuevamente en Monza. “Era mi reaparición en el circuito, quería ganarla a toda costa. Ferrari dominó ese año, pero si con la Maserati llegaba primero, los italianos se iban a olvidar de al cadena victorias. Y así fue. Mis mecánicos le cambiaron mi máquina por la de Felice Bonetto, y en tremendo duelo con Ascari llegué primero a la última curva. ¡No me bajaron la bandera! Esperaban aparecer una Ferrari adelante.” Todo está preparado para la increíble seguidilla de trofeos. saludos machaquito -------------------- saludos
machaquito ¿Sera el Guaraná? These cars only achieve their true beauty being driven near the limit of their potential |
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