Sacado de [www.infomotores.com.ar]

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Fuerza, hermano chileno, que Tu ilusión te ayude a vivir…

na vez más, la adversidad del destino parece haberse vuelto a ensañar con el indomable piloto chileno Eliseo Salazar, un verdadero valiente de las pistas, un hombre que ha dejado siempre lo mejor de si mismo en aras de su pasión por correr. Indianápolis, el circuito que cobijó sus mayores sueños, sus ilusiones más grandes, lo mandó una vez más al Hospital Metodista de Indiana, ese centro médico de alta complejidad donde por ley van a parar los que salen mal heridos de la terrible pista de Indy.
Eliseo lo sabe bien y lo ha demostrado más de una vez: el coraje y las ganas de vivir y de correr valen más que cualquier fuerza negativa que te quiera hundir en las redes de la angustia o la depresión. Este hermano chileno que nunca supo lo que era aflojar, hoy tiene de nuevo que hacer uso de eso que se llama fuerza interior, o también instinto de vida.
Indianápolis 2002 ya empieza a despuntar como la gran carrera que es, con su largísimo historial y prestigio a cuestas. Eliseo Salazar estaba ahí, desde el primer día habilitado para ensayos libres, con sus 48 años a cuestas, pero con su espíritu juvenil y de lucha intactos. Contando con el asesoramiento de un director de equipo de los quilates de A.J. Foyt, el hombre leyenda del automovilismo norteamericano, el chileno estaba más dispuesto que nunca a jugarse una vez más por hacer realidad su viejo sueño de inscribir su nombre en la lista de ganadores de las 500 millas más famosas del mundo. Pero un test que no estaba en su programa, una prueba con el auto del coequiper Airton Dare, lo llevó derechito contra el muro de la curva uno cuando marchaba a más de 300 Km/h.
Hoy Eliseo lucha contra la muerte, como ya lo ha hecho varias veces antes, en una sala de pacientes en estado crítico del Hospital Metodista de Indiana. Después de una muy riesgosa operación de cirugía cardiovascular su condición es estable, pero habrá que esperar bastante tiempo para saber de su evolución definitiva y de posibles secuelas.
No obstante, de aquí desde Argentina, donde lo recordamos con el mayor afecto, todos esperamos un pronto restablecimiento y que Eliseo, otra vez ausente de su querida Indianápolis, pueda algún día volver con la frente bien alta y, quién lo sabe aún, con su ilusión intacta de ganar esta esquiva competencia. Se podrán quebrar sus huesos y romper sus arterias, pero lo que nunca sufrirá mella es su espíritu, porque Eliseo está hecho con el temple de los duros. Y, como tal, lo vamos a esperar con todo nuestro deseo de verlo bien, lleve el tiempo que lleve.
Aquí en la Argentina dejó estampado su nombre cuando llegó a mediados de los años setenta para correr en nuestra categoría escuela de monopostos, la Fórmula Renault, que por aquel entonces se llamaba Mecánica Argentina Fórmula 4. Y se llevó, en 1975, nada menos que el título frente a muy calificados rivales de este país, que siempre lo acogió con simpatía, porque él se la supo ganar.
De aquí se fue con la mira puesta en Europa y el paso siguiente fue la Fórmula 3 británica, desde donde se habían proyectado hacia las grandes alturas del automovilismo pistero los brasileños Emerson y Wilson Fittipaldi, José Carlos Pace, Alex Días Ribeiro y Nelson Piquet, como también nuestro compatriota Carlos Alberto Reutemann.
Eliseo, en base a mérito y perseverancia llegó a la F1, pero nunca pudo integrar un top team, por lo que sus actuaciones estuvieron limitadas por los medios mecánicos de que dispuso. Estuvo entre 1981 y 1983, rescatando como mejor actuación un quinto puesto en el Gran Premio de San Marino, en Imola, en 1982.
Cuando terminó su ciclo en la máxima división de los monopostos internacionales, Eliseo volvió a su Chile natal para despuntar el vicio en los rallies de montaña de su patria. Y lo hizo con la calidad y la autoridad de un auténtico número uno, entre 1984 y 1985. No obstante, nunca se resignó a quedarse en la cosa chica y volvió a reiniciar su camino por el Viejo Mundo, con las 24 Horas de Le Mans como meta. En la edición del clásico francés de 1989 ocupó el octavo lugar conduciendo un Spice.
La década de los 90 le ofreció integrarse al polifacético automovilismo de los Estados Unidos, empezando por los Sport Prototipos de la Imsa. Su mejor temporada fue la de 1994, en la cual al comando de una Ferrari 333 SP logró ganar en los circuitos de Lime Rock, Watkins Glen y el Indianápolis Raceway Park.
A esta altura de su carrera fue cuando incorporó Indianápolis a sus ilusiones. Eliseo Salazar se propuso, con alma y vida, hasta el día de ayer, hacer lo posible y lo imposible para ganar las clásicas 500 millas, con todo lo que ello significaba. Debutó en 1995 y mostró que su sueño no estaba tan lejos de la realidad. Largó desde el puesto 24, fue avanzando hasta finalizar cuarto y segundo entre los debutantes.
En 1996 empezaron las penurias que nunca lo abandonaron del todo, pero que jamás lograrían doblegarlo del todo. Se fracturó la pierna izquierda en el circuito de Orlando, en tantas partes, que seguramente le quedó más metálica que de hueso. Aguantó el dolor, los clavos y los tornillos, volvió a caminar, después a manejar y también a correr. Hay pasiones contra las cuales no existen los obstáculos insalvables. Al año siguiente volvió a golpearse muy fuerte en el mismo escenario, esta vez con lesiones en su espalda y las vértebras de la zona. Los huesos fisurados, rotos o astillados nunca fueron un obstáculo para impedirle a Eliseo consumar un nuevo retorno. Volvió a la lucha con las mismas ganas y entusiasmo de siempre, hasta que llegó otro accidente de los grandes, ahora en el trazado de Dover, donde sufrió múltiples fracturas óseas.
Cualquier otro piloto hubiera pensado en el retiro, en cambio Eliseo programó una nueva vuelta y más dispuesto que nunca a hacer cierta su ilusión de vencer en Indianápolis. En febrero de 1999 ahí estaba, entero y bien abrigado para correr las frías 24 horas de Daytona Beach en un Riley y Scott Ford de la clase SP, con el cual termino quinto y demostró que estaba, una vez más, dispuesto a seguir dando pelea.
La temporada 2000 la hizo en el campeonato de la Indy Racing League y al término del certamen finalizó en la cuarta posición, más que meritoria. El año pasado volvió a Indianápolis arrancando de los últimos lugares, 28, pero a la hora del banderazo final estaba séptimo. El certamen de nuevo lo ubicó en el cuarto lugar. El recuerdo de su única victoria en la categoría, en 1997 en el veloz trazado de Las Vegas, le alimentaba y le hacía ver que el deseo de ganar en Indy no era una utopía. Este año estaba dispuesto a jugarse de nuevo a suerte y verdad. Hasta que hoy este nuevo tropezón, que seguramente no será caída, lo manda de nuevo al hospital. Pero Eliseo tiene pasta, fibra y corazón. Eliseo no es de los que se achican en la adversidad sino todo lo contrario. Eliseo tiene que vivir, con la fuerza de su ilusión, porque aunque Indianápolis sea una estrella que está muy alta, yo sé que un día la ha de alcanzar. Vamos hermano chileno, todavía…
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Despues de leer éste artículo, me ha alegrado saber que ya ha salido del hospital.
A ésto se le llama AFICIÓN!!

Un saludo

Pues si ha salido del Hospital -->

Hola BLU,
Gracias por esta crónica de pasión,me alegro yo también que Salazar esté fuera de peligro.
Por cierto,¿alguien sabe que ha sido de Fermín Velez,uno de los pocos pilotos españoles que dió el salto a USA Y corrió profesionalmente cosechando éxitos que,naturalmente,no tuvieron ninguna repercusión en nuestro país.( aún me acuerdo cuando empezaba a correr el campeonato de españa de subidas en cuesta con su barqueta patrocinada por Danone y dando guerra al incombustible Juan Fernandez...)
Saludos

http://www.geocities.com/elenaferrari/velez.html

Impresionante palmarés... aunque nada comparado con el currículum de tuercebotas de los que nos enteramos, en ruedas de prensa transmitidas en directo (of course), de cosas tan interesantes como: "Si-bueno-no... el partido dura 90 minutos y no hay enemigo pequeño..."

¡Pan y circo!

Saludos

Para VGR59

Descanse en paz Fermín Vélez