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![]() Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 3.634 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 3.057 ![]() |
Introducción
Lo que más me gusta de todo lo que he escrito en estos años en el foro son las crónicas de algunos de los Grandes Premios que he tenido la suerte de presenciar: el GP de Italia de 2003 en Monza, el GP de San Marino de 2004 en Imola, el GP de Mónaco de 2005 y por último mi visita al paddock de Montmeló para el GP de España de 2006. Por el momento no tengo previsto asistir a más carreras en un tiempo y es por eso que comenzó a rondarme la idea de recopilar en un tópic todas esas crónicas. Algunos pensarán que lo hago por pura vanidad, y reconozco que en parte así es, pero en el sentido de que me siento orgulloso de lo que escribí en su día y no se me ocurre con quien mejor compartirlo que con los foristas, no por considerarme mejor aficionado que nadie ni querer colocarme medallas de veterano y sabelotodo sino simplemente por compartirlo. También lo hago para ponérselo fácil al que no haya tenido oportunidad de leerlas en su día y, sobre todo, por añadirles algo más: las fotos que en su día no publiqué. Además, ya puestos, he decidido añadir mis recuerdos y fotos de todos los GP a los que he asistido, no sólo los anteriormente citados. He aquí la historia de los 11 GP que he vivido, mi historia de amor con la F1, las carreras de coches por excelencia. -------------------- Forza Ferrari
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![]() Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 3.634 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 3.057 ![]() |
En el pequeño apeadero Niza-Riquier todo estaba ya enfocado al Gran Premio de Mónaco, todo estaba señalizado para que el visitante no tuviera dudas de dónde había de coger el tren hacia Montecarlo. En el andén, a pesar de no ser aún las ocho de la mañana, ya había aficionados a la F1, como nosotros, con cara de sueño pero también de excitación.
El trayecto en tren es corto (apenas veinte minutos) pero el recorrido, plagado de curvas y túneles, es precioso. Es fácil entender por qué el que puede se viene a vivir o a descansar aquí. El Mediterráneo mostrando su belleza más serena. Los apeaderos en los pueblos franceses son viejos y destartalados pero con un encanto especial, sin embargo, todo cambia al llegar a la estación de Montecarlo: amplia, moderna, limpia, subterránea. A la salida del andén los policías comprueban nuestros billetes de tren (especiales para el día y haciendo referencia al Gran Premio) y caminamos hacia la salida por largos pasillos con cintas deslizantes para hacer más llevadero el trayecto. Antes de salir de la estación ya me he comprado el programa oficial de la carrera, como hago en cada Gran Premio al que asisto. Ya en el exterior, el día está algo nublado, hace fresco pero aún así la humedad del mar hace que al poco rato de caminar entre los puestos de merchandising lo que se sienta es calor, la rebeca empieza a sobrar. Todas las empinadas calles están llenas ya de gente, de puestos de venta, el ambiente es muy vivo pese a que aún quedan casi dos horas para que empiece la acción en la pista. Rápidamente buscamos donde comprar los recuerdos que queremos: una maqueta del F2004 (posiblemente el último Ferrari campeón del mundo en un tiempo, espero que no otros 21 años), un oso de peluche con su mono de Ferrari para nuestra ahijada y un par de camisetas del Gran Premio al que vamos a asistir. La primera foto de mi carrete va para el concesionario Ferrari a mitad de una calle que desemboca en unas gradas tras las que se vislumbra el mar, la segunda para la sede del Automobile Club de Mónaco. Una vez hemos acabado con las compras previstas decidimos dirigirnos a nuestra grada, pero no nos dejan entrar, nos dicen que hasta una hora antes del comienzo de la sesión de clasificación final de F1 no se puede acceder a ellas. Buscamos entonces un bar donde pasar el rato hasta que sea la hora, estando sentados ya en el bar oigo un sonido ronco, creo reconocer el arrullo de un motor Ferrari V12 al ralentí: un Ferrari Enzo pasa calle abajo entre la gente. Finalmente nos dejan entrar a las gradas, unos minutos antes de las nueve. La organización es magnífica, todo está muy bien señalizado y hay gran cantidad de gente de la organización y policía. Accedemos al fin; por un túnel metálico pasamos sobre la recta de meta (por desgracia está completamente cerrado en los laterales y sólo se puede ver parte de la pista desde las escaleras) y llegamos a nuestra grada: la gran tribuna metálica que abarca desde Tabac hasta la curva Louis Chiron (la chicane de entrada a la zona de la piscina). Ya en la grada me siento emocionado, desde sus tendidos aún vacíos se puede entender perfectamente porqué Montecarlo es un sitio mágico para un enfermo de la F1. Frente a nosotros el mar, el puerto plagado de yates, a nuestra izquierda la salida de la curva de Tabac, a nuestra derecha la chicane de entrada a la piscina y entre ambas curvas el muro, el asfalto oscurecido en la trazada. Más allá de Tabac, en alto y a lo lejos, los arcos que sostienen la empinadísima subida de Beau Rivage (mucho más acusada la pendiente de lo que yo imaginaba) y a su fin una gigantesca pantalla de televisión. Más abajo de ésta se puede observar la grada que hay en la chicane y, tras ésta, se vislumbra la salida del túnel con sus luces destacando en la oscuridad. Tras la chicane Louis Chiron se encuentra la famosa piscina y tras ella, a la altura de nuestra grada el edificio del ACM con dos grandes terrazas, la superior adornada con los logotipos de la FIA y la de abajo con los del ACM, aún no se ve mucha actividad en ellas. A lo lejos, tras la grada que había frente a la piscina, se veían algunos grandes motorhomes y sobre ellos, en la ladera arbolada, una multitud de gente en la zona de general. Entre los escalones de la tribuna se veía la recta de meta a nuestras espaldas, el carril de salida desde boxes con su característica línea amarilla. Subí entonces a la zona más alta de la tribuna aprovechando que aún había poca gente y desde allí pude ver entre los árboles la zona de meta y, yéndome al lateral derecho de la grada, todo el carril de boxes con los morros de Jordan en primer plano. Justo bajo mis pies estaba la salida de boxes donde los coches se reincorporan a la pista como tal. A menos de una hora de que empezara la calificación no dejaban de pasar coches deportivos de lujo por la pista, supongo que con invitados VIP o algo así. Pero pronto pudimos oír el sonido de los motores de F1 al arrancar en boxes y enseguida su rugido estremecedor al pasar a nuestras espaldas al incorporarse a la pista desde boxes. Apenas se veía la toma de aire superior y la parte de arriba del alerón trasero sobresalir por encima de los quitamiedos en la subida de Beau Rivage, luego los veíamos entre los barcos cuando frenaban para Tabac y ya a la salida de ésta hasta que se perdían tras la piscina. Impresionante como es el sonido que emiten, aquí aún era más embriagador que en un circuito normal. El que más me llamó la atención fue el que hacían al salir del túnel (luego durante la carrera era imposible distinguirlo entre la mezcla de sonidos provenientes de todas partes), un sonido en crescendo que estallaba como un relámpago cuando finalmente salían de él. También era curioso el sonido cuando caían desde el piano en la chicane de la piscina al asfalto (como ese rugido extra de revoluciones cuando se pasa un bache en el GPL) que acompañaban con un pequeño coletazo en la zaga. Pronto me di cuenta, tras pasar los Jordan y los Minardi, de que si en algún sitio había que ver a los coches querer irse y a los pilotos reganando su control era aquí. A la salida de Tabac los dos pilotos de Jordan tuvieron auténticas dificultades para mantener al coche por su sitio tras sendos latigazos y hasta los Minardi parecían más estables (aunque tampoco lo eran mucho más). Cuanto más ascendíamos por el pelotón hasta los equipos nobles menos se movían los coches, claro, pero aún así era espectacular verles salir de Tabac, resbalando casi imperceptiblemente y pasando rectos por la chicane de Louis Chiron rebotando apenas bajo control, lo cierto es que parecían siempre al borde del trompo, qué nivel de concentración y qué reflejos deben tener estos pilotos para pasar casi ochenta vueltas por cada curva al borde del abismo... Tras los entrenamientos y un pequeño descanso comenzó la carrera de las World Series o Fórmula Renault 3,5 que nos hizo pasar un rato entretenido, los pilotos rodaban bastante juntos y tuvieron varios incidentes, uno justo delante de nosotros en la última vuelta en el que un piloto perdió el control sobre la chicane de entrada a la piscina. Se acercaba ya el Gran Premio en sí. La terraza del ACM estaba a rebosar, incluso demasiado, y la de la FIA bullía con el movimiento de tipos trajeados y señoras elegantes. En nuestra grada no se veía ni un sitio libre, ni tampoco en las demás. Por megafonía no dejaban de recordarnos que a las dos menos diez se guardaría un minuto de silencio en memoria del fallecido Príncipe Rainiero III. Con la apertura de boxes volvimos a ver pasar los monoplazas de camino a su posición en la parrilla. Sólo de pensar en el crescendo que se produciría a nuestras espaldas cuando el semáforo estuviera en rojo a punto de comenzar la carrera se me ponía la piel de gallina. A las dos en punto de la tarde el ruido que dio comienzo a la vuelta de calentamiento impedía escuchar a los locutores anunciar con emoción creciente el comienzo de la carrera. Toda la grada se puso en pie al pasar el pelotón frente a nosotros. Algunos pilotos nos deleitaron quemando rueda (sin que extrañamente desprendieran humo), las ruedas giraban en el vacío unos segundos y de repente los coches se lanzaban hacia delante con una fuerza que parecía irreal, a punto estuvo Barrichello de comerse al piloto que le precedía. Por fin llegan a la parrilla a nuestras espaldas y durante unos eternos segundos se dejan de oír los motores, entonces, al encenderse los semáforos rojos, vuelve el ruido, al unísono, como si estuviera ensayado, todos al máximo, todos sonando juntos altísimo durante un instante en el que parece imposible que un sonido tal exista. Los semáforos se apagan y todo ese muro de ruido se convierte en un grito agudo y se oye como un latigazo al pasar cada uno de los dieciocho coches tras nosotros. Un tren endiablado asciende Beau Rivage reflejando el sol en sus lomos. El sonido se vuelve a perder, en las pantallas se les ve trazar Massanet, Casino, Mirabeau, Loews, Portier y entran al túnel... Al salir vuelve el lejano ruido con trallazos apagados pero impresionantes. Ya vienen. Una pantera plateada se distingue entre dos obscenos yates, entre las rendijas de los quitamiedos, sale destacado en Tabac, sin vacilaciones, acelerando recto, buscando con seguridad el siguiente muro en la piscina, en realidad los cinco centímetros antes del muro gris con marcas negras de los que quisieron acercarse demasiado. La chicane es una recta que sobrevuelan sin dudar. La gente está de pie, el que no grita tiene la boca abierta. Cuando el pelotón desaparece mi mujer me sonríe, creo que casi todos sabemos que hemos visto algo único. Pero el descanso dura poco: el rugido a nuestra espalda anuncia que acaba de comenzar la segunda vuelta... La primera parte de la carrera marcó muy claramente las posiciones, Raikkonen se iba con facilidad de Alonso, el McLaren iba fino como la seda, el rugido del motor limpio, los demás tenían que conformarse con seguirle. El primer punto de inflexión vino con el accidente en Mirabeau. Al pasar Schumacher sin alerón delantero la gente le aplaudía, quizá en mi ingenuidad confundo ánimos con alegría pero es lo que me pareció. Safety Car, comienza el caos en boxes. Cuando se reagrupan tras el Mercedes gris nadie sabe muy bien cómo está la cosa, Schumacher sigue a Raikkonen, sólo algunos ferraristas locos, entre los que me cuento, pensamos por un segundo que el caos le ha favorecido y es segundo, pero pronto despertamos a la realidad de estar doblados. Lo que está claro es que Trulli está por delante de Alonso. Tras desaparecer el Safety Car viene la parte más aburrida de la carrera, el grupo se abre y las posiciones se mantienen. Schumacher se desdobla al repostar Raikkonen y comienza la caza de los Red Bull, tiene a Coulthard a tiro, pero es prácticamente imposible adelantar en Mónaco. O eso creíamos... Llega la parte final de la carrera y Raikkonen sigue paseándose, Alonso retiene a los Williams que pese al sonido extraño de su motor parecen muy fuertes. Heidfeld es ahora quien está tras Alonso, Webber no pudo antes con él, pero tras los repostajes es el turno de Heidfeld. Detrás, Montoya encabeza otro tren maravilloso junto con Ralf, Barrichello y Schumacher, los Red Bull han desaparecido. Parece mentira como en estos dos grupos pueden los coches rodar tan cerca entre sí. Es increíble ver a Alonso y los Williams, a Montoya y a los que le siguen salir de Tabac y trazar la piscina como si fueran un solo coche. Se siente la velocidad. Heidfeld no aguanta más y adelanta a Alonso como un maestro, limpio y seguro, expeditivo. Toda la grada de Tabac se levanta a su paso para aplaudir la maniobra. Ahora es el turno de Webber, más inseguro que el alemán, lo logra tras un intento fallido, también hay aplausos para él. Dejan a Alonso atrás muy fácilmente y ahora el que se acerca es Montoya, pero no quedarán suficientes vueltas para ni siquiera intentarlo. No obstante, a sus espaldas aún hay guerra. Michael Schumacher, desesperado como si fuera su primera temporada enseña el morro por todas partes a Barrichello a falta de dos vueltas, no se puede ir más pegado a un coche... El ataque se produce en la última vuelta pero nosotros no lo vemos en la pantalla gigante pues la realización pone un cartel con la clasificación de los cinco primeros. Vuelven a conectar para dejarnos ver cómo se abre para intentar rebasar a su hermano sobre la misma línea de meta. Sospecho que no lo ha conseguido y pronto se confirma. Pero no importa, hemos vivido unas últimas once vueltas de infarto, con dos grupos luchando a muerte en un circuito en el que se supone que no se puede adelantar y que sin embargo ha dado a la F1 algunas de sus carreras más memorables. Quizá ésta no sea una de ellas y pronto pase al olvido pero yo sé que no olvidaré jamás la imagen de cuatro coches rodando como uno en un espacio tan estrecho, entre unos muros que parecían estrechar más y más la pista cuanto más juntos estaban ellos. La gente en nuestra grada aplaudió con verdadero agradecimiento a todos los participantes en la vuelta de honor, a todos, así como tras los himnos en honor de los vencedores y luego a todo el podio. Poco a poco la grada se fue vaciando. Nosotros esperamos un poco todavía antes de salir. (continuará) -------------------- Forza Ferrari
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