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Publicado:
#1
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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 606 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 3.147 ![]() |
uhmmm.. gracias...
![]() Creo que probare con algo mas de tiempo y con ayuda de alguien ![]() (no solo eres un monstruo con las estadisticas ![]() Saludines para tod@s -------------------- Saludos para to@s
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Publicado:
#2
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Advanced Member ![]() ![]() ![]() Grupo: Members Mensajes: 464 Desde: 11-March 08 De: Spain Usuario No.: 102 ![]() |
Pasó un año en el que participé en varias de aquellas carreras sociales, mi nivel iba aumentando en cada una de ellas, pero una de las cosas que más me costó fue lograr una fiabilidad aceptable. En cada carrera me pasaba algo, un tornillo que se aflojaba, se me salía la antena del receptor, rotura de la carrocería... (¡era el Arrows del radio control!)... la mayoría eran auténticas chorradas que podía reparar y continuar en carrera, pero me hacían perder muchísimo tiempo. Al final, a base de preguntar mucho y analizar por qué pasaba cada cosa, logramos que el pequeño bólido aguantase dignamente en la mayoría de ocasiones. Para el año siguiente, la temporada 2000, decidimos “mi equipo” y yo dar el salto al campeonato de Catalunya B (Una especie de segunda división del campeonato regional).
Empecé muy mal, con un nivel pésimo, pero carrera a carrera fui mejorando, y recuerdo momentos muy buenos, por ejemplo en Rubí, que a pesar de no haber entrado en la final por muy poco, en la final de consolación (para decidir los puestos del 10 al 20) le saqué dos vueltas al segundo clasificado, había que ver mi cara de satisfacción cada vez que oía mi nombre por megafonía dando la clasificación durante la manga. Luego, en Tarragona, ganamos nuestro primer trofeo al acabar quintos, y por fin, el campeonato llegaba a Santa Perpetua, mi circuito. Se me escapó la pole por apenas 5 segundos (las mangas clasificatorias duraban 15 minutos), y el único piloto que me superó, era el que yo más admiraba del campeonato, y que acabó ganándolo. Llegó la gran hora, coches en parrilla y ¡salida! Salimos los dos absolutamente pegados, yo detrás suyo, y estuvimos así más de cinco minutos, sólo alguien que haya probado un coche de radio control sabe lo difícil que es rodar detrás de otro coche, pegadísimo en cada frenada, en cada curva, sin tocarnos, respetando nuestro espacio, disfruté como no lo había hecho nunca, intentaba presionarle para que cometiera un error, pero el tío era muy bueno, no cedía. Finalmente lo que cedió fue mi coche, otra de aquellas averías tontas, que me hizo perder algo más de un minuto, con lo que perdí la cabeza de carrera, pero seguía segundo gracias al ritmo tan fuerte que habíamos impuesto los dos. Fueron pasando las vueltas, y de repente, me puse en primera posición gracias a que él también había tenido un problema y algo de tiempo que había podido recortarle. Acabaron los 45 minutos de carrera, y entré primero. ¡Había ganado! No podía creerlo, bajé del podium y me abracé a mis mecánicos, la gente me aplaudía. Os puedo asegurar que aquella sensación no fue a escala 1/8, para nada. Hablé con el otro piloto, y los dos nos felicitábamos mutuamente por aquellos primeros minutos, él también me decía que jamás había disfrutado tanto como aquel día. Desde aquella carrera, no sé qué pasó, aún hoy en día no me lo explico, pero cada vez que íbamos a un circuito a disputar el campeonato, siempre estaba entre los primeros, no volví a ganar ninguna otra carrera, pero estuve muy cerca, y siempre acababa en el podium. No tenía casi dudas con los reglajes, pilotaba relajado, le pedía a mi mujer que me fuera cantando las referencias con los otros pilotos e incluso era capaz de seguirlos con el rabillo del ojo mientras pilotaba, incluso calculaba el tiempo que podía perder en los repostajes y dónde aparecería después de ellos respecto a los demás coches. Los demás pilotos me preguntaban cosas sobre puesta a punto, truquillos, etc ¡a mí! Y especialmente me preguntaban cómo era posible que mi motor estuviese en tan buen estado tras tantas horas de funcionamiento. Me lo pasaba como nunca. Y mucha culpa de ello la tenía el equipo que habíamos formado con mi primo, y especialmente con mi mujer. El hecho de estar los dos embarcados en un proyecto común de ese tipo nos daba una satisfacción enorme. No podéis imaginar la sensación que se tiene cuando en plena carrera, cometía un error y me decía a mi mismo ¡Rafa, tranquilízate! Y justo un instante después, oír debajo de ti la voz de ella gritándote, igual o más enfadada que tú mismo “¡Rafa, tranquilo!” La última carrera fue en Mataró, justo al día siguiente de la boda de mi hermano, así que ya podéis imaginar el estado en que me encontraba, pero el circuito estaba mucho peor que yo, hecho un auténtico patatal. Y encima, era la primera vez que iba allí, sin ningún entrenamiento previo, con lo que llevaba el coche con los neumáticos que me habían aconsejado, y los reglajes que me imaginaba que darían resultado. Daba miedo ver el coche en aquella situación, saltaba de agujero en agujero como una rana mareada, pero poco a poco, entre las dos mangas clasificatorias conseguí que se portara de una manera aceptable. Me clasifiqué sexto o séptimo para la final, y cuando acabó la carrera finalicé segundo, a una vuelta del vencedor. El vencedor del campeonato, que abandonó en aquella carrera, fue aquel chico con el que tuve aquellas vueltas de infarto en Santa Perpetua, pero cuando me dieron la clasificación final, no podía creerlo, ¡era segundo! Subcampeón de Catalunya de mi categoría. Terminaba así un año genial, que por desgracia ya no se repetiría más. Al año siguiente cambié de chasis, porque el mío ya llevaba desfasado más de un año, y los nuevos modelos de Kyosho estaban a años luz de mi pobre MP5, y tenía la intención de correr el campeonato de Catalunya, pero esta vez en la categoría A. Caí en picado. No podía mantener el nivel económico que exige la competición, mi mujer ya no venía a las carreras, no entrenaba, no acababa de comprender el nuevo coche, el nivel de los participantes era bestial, en todos los sentidos. Aquí ya había gente que había ganado campeonatos de España, que corrían, con resultados muy buenos, los europeos y mundiales, y que pilotan de una manera increíble, además del nivel de sus mecánicas. Esto último era lo que menos me importaba, pensaba que algún día podría estar con ellos, pero llegó un día en que levantarse a las 7 de la mañana un domingo, sólo, para ir a correr casi sin haber entrenado, con unos neumáticos gastados, un coche con cada vez más piezas al filo del límite de su vida útil, y sin saber si vas a encontrar a alguien que te eche una mano en los repostajes, dejó de ser divertido. Y si no me divertía, ¿para qué seguir? Seguí durante un tiempo corriendo carreras sociales en mi circuito, pero seguía sin ser lo mismo, así que ahora tengo todo el equipo en un armario en casa, esperando a que me decida a venderlo, o que un domingo por la mañana me levante con el gusanillo “racing” en el cuerpo. Perdón por el ladrillo, espero que lo hayáis disfrutado. |
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