Hoy es su día... Opciones

[alberth]

y ya de paso me presento ante ustedes, nobles caballeros y dulces damiselas (se me fue la olla). De hecho no soy nuevo, me he cambiado el nick y tampoco tengo interés en decir cual era mi anterior personalidad (irrelevante), hace unos 2 años que no escribo (aunque tampoco me prodigaba en exceso), pero he seguido leyendo con fruición debido a mi insana e innata pasión por las 4 ruedas y los alerones y a que ,por mucho que digan, sigo considerando este como el mejor de los foros de F1 que en cualquiera de las hispanas lenguas háyase visto por los Internetes. Por cierto si alguien fuera capaz de aclararme cual fue el detonante del exilio masivo de mentes pensantes de este foro a los dominios todocochistas me haría un favor. Me he documentado por la cueva del foro y no he acabado de comprender cuales el problema que causo la evasion, aunque si cual era el detonante del mal rollo general. Eso sí, sin ánimo de despertar viejos fantasmas. Y ahora me encomiendo a la tarea, espero que compartida, de volver a elevar este foro hacia el olimpo de los foros F1 que nunca debió abandonar. Te vas a cagar AtlasF1.

[alberth]

Poesía en aceleración


Los veinte carros vuelan pegados al suelo, muy cercanos entre ellos, se marcan unos a otros. El asfalto está caliente y las cabezas templadas. Los cámaras enfocan los boxes de los equipos y sólo encuentran gestos severos. Hoy será una dura pelea. El líder juega con su auto, el segundo piensa en la táctica a seguir, el colista, que vendrán días mejores. Al fondo de la loma se empieza a ver la parte alta del graderío. Bella imagen la que dá. Como un crisol. Rojos, verdes, azules y formales grises, hasta brillantes blancos y llamativos amarillos. Acaba la subida y giran a derechas. Últimas cabriolas y toca posicionarse para la salida. Inquietante es el momento hasta que el último bólido asoma por la curva y para en lugar asignado. Los corazones se acelerán, empiezan los sudores y las vistas se clavan unos metros por encima del asfalto. El rojo indica pausa, pero también premura. Los motores vibran y las esferas se encienden una a una. Bocas secas, algunos aguantan la respiración y otros tragan aire. Se enciende la última bombilla. El tiempo se congela y por un instante todos se callan. Respetan el silencio que el rugir de los motores reclama. Los segundos se tornan eternos. Hay quien a cámara lenta se endereza para ver mejor la arrancada. En este momento no hay nada más en el mundo; todo está ahí, en ese rojo brillante que enseguida se apagará. La espera es eterna. Los párpados se cierrran lentamente y se vuelven a abrir. Todo es muy rápido pero aparenta infinita lentitud. El bermellón desaparece y los sentidos reaccionan de inmediato, pisan con insólita furia. Los autos se disparan como flechas. Se baten con irreverencia. Miles de cabezas giran a la vez con los ojos bien abiertos; la aceleración es brutal,... Ya están lejos, pero aún se pueden ver algunos escarceos. Giran en la siguiente curva y ya no se les ve más. Pero el eco de su rugido sigue presente. Es un sonido duro pero bello, adictivo. Se apaga,...y todo queda hueco, vacío, y a la espera. En respetuoso silencio.