¡

BIENVENIDO, Invitado ( Identifícate | Registrase )

14 Páginas V  « < 5 6 7 8 9 > »   
Reply to this topicStart new topic
> PENYA RHIN , PEDRALBES , MONTJUÏCH ...
Votos 5 V
tenista
mensaje Jun 25 2008, 01:05 PM
Publicado: #121


TENISTA
***

Grupo: Members
Mensajes: 35.641
Desde: 11-March 08
De: Meco-Madrid
Usuario No.: 3.906



Puedes tomarte el tiempo que necesites, faltaria mas, siempre y cuando no nos olvides wink.gif


--------------------
"El Foro es y será, siempre, mi Segunda Casa"

"Modo Positivo ON"

"Pedro volverá"
Go to the top of the page
 
+Quote Post
tenista
mensaje Jul 30 2008, 10:58 PM
Publicado: #122


TENISTA
***

Grupo: Members
Mensajes: 35.641
Desde: 11-March 08
De: Meco-Madrid
Usuario No.: 3.906



TOC, TOC, ¿hay alguien hay? unsure.gif


--------------------
"El Foro es y será, siempre, mi Segunda Casa"

"Modo Positivo ON"

"Pedro volverá"
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Albert-230SL
mensaje Aug 9 2008, 01:32 PM
Publicado: #123


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 913
Desde: 11-March 08
De: Barcelona
Usuario No.: 4.429



Hablando de Caracciola y las Flechas de Plata, he encontrado este vídeo especialmente interesante tongue.gif :

http://mercedes-benz.tv/?lang=en&type=...hannel_1_81_url

Saludos, y força PDLR!!!
Albert


--------------------
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 13 2008, 09:59 AM
Publicado: #124


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



Una maravilla de vídeo, Albert. smile.gif Por razones obvias es fácil imaginar cuánto lo he disfrutado. Además, es que la calidad de imagen (comparada con otras filmaciones que haya podido ver) es realmente impresionante.

¡Gracias por ponerlo!

PD: Lo "malo" es que te enredas a ver uno tras otro y no pararías nunca... laugh.gif


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
tenista
mensaje Aug 13 2008, 01:46 PM
Publicado: #125


TENISTA
***

Grupo: Members
Mensajes: 35.641
Desde: 11-March 08
De: Meco-Madrid
Usuario No.: 3.906



Raquel, nos tienes abandonados y ya que te veo de nuevo por el foro....................................... huh.gif


--------------------
"El Foro es y será, siempre, mi Segunda Casa"

"Modo Positivo ON"

"Pedro volverá"
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 13 2008, 02:52 PM
Publicado: #126


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



CITA(tenista @ Aug 13 2008, 12:46 PM) *
Raquel, nos tienes abandonados y ya que te veo de nuevo por el foro....................................... huh.gif


Eso sí que no es cierto, Tenista. wink.gif De "abandonados" nada de nada. Y eso sólo puedo asegurártelo yo... biggrin.gif
A ver si la semana que viene puedo ponerme las pilas de verdad. ¡Lo intentaré!

Gracias, Tenista. smile.gif


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Nivola
mensaje Aug 13 2008, 03:04 PM
Publicado: #127


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 1.995
Desde: 11-March 08
De: Segovia-Valladolid
Usuario No.: 3.599



Lo bueno siempre se hace esperar... wink.gif

Que nuestra impaciencia no te meta prisas, Raquel, con más gusto lo retomaremos... rolleyes.gif

Anda que no somos "egoístas" laugh.gif laugh.gif ...mil gracias por anticipado (llegue cuando llegue)
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 13 2008, 03:44 PM
Publicado: #128


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



CITA(Nivola @ Aug 13 2008, 02:04 PM) *
Lo bueno siempre se hace esperar... wink.gif


Eso digo yo, Nivola, wink.gif que soy una egoísta de tomo y lomo y sigo esperando... (¿Sabes a qué o debo rescatar más abajo?)

¡Gracias! smile.gif


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
tenista
mensaje Aug 13 2008, 04:07 PM
Publicado: #129


TENISTA
***

Grupo: Members
Mensajes: 35.641
Desde: 11-March 08
De: Meco-Madrid
Usuario No.: 3.906



Querida Raquel, jamas he pecado de impaciencia aunque no lo parezca, aqui seguire............ wink.gif


--------------------
"El Foro es y será, siempre, mi Segunda Casa"

"Modo Positivo ON"

"Pedro volverá"
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Nivola
mensaje Aug 13 2008, 04:09 PM
Publicado: #130


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 1.995
Desde: 11-March 08
De: Segovia-Valladolid
Usuario No.: 3.599



No te preocupes, Raquel, que no lo tengo olvidado laugh.gif

La verdad es que me enganché de tal manera con "tu" Carach, que me dediqué a saborearlo en exclusiva...y dejé de traducir lo otro con la intención de seguir cuando tú lo acabases o te dieras un respiro (podía haber hecho algo en este intervalo...). Tampoco queriá "sobrecargar" el foro con este tipo de relatos, o mejor dicho, ir uno tras otro...que luego hay épocas de transición entre temporadas con pocas novedades y se nos hace muy largo...así nos entretenemos.

No obstante, en un par de semanas cojo las "vacas" y si no me lío mucho, tengo pensado adelantar un poco la traducción para continuar.

Gracias por acordarte, o hacerme ver que no cayó en el olvido wink.gif
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 20 2008, 03:11 PM
Publicado: #131


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



¡Los zapatos para correr tenían que ser guardados como reliquias!


"CAPÍTULO XXI



Ricardo Beattle Seaman, el joven conductor de Mercedes, ganó el Gran Premio de Alemania de 1938. La víspera comí algo, creo que pescado, que me intoxicó. Me encontraba peor a cada vuelta. Al fin, viendo que Lang estaba de pie en el box junto a su automóvil, paré, le cedí el mío y se clasificó segundo.

Manfred von Brauchitsch debiera haber ganado aquella carrera. Durante mucho tiempo fue en cabeza, seguido de muy cerca, quizás demasiado, por Seaman, que conducía con una helada calma. Al repostar Manfred, rojo de ira, exclamó:

- Neubauer, ¡ese Seaman va a volverse loco! No se aparta de mi cola, y cada vez que tengo que frenar pienso: ¡ahora chocamos! Los dos acabaremos en la fosa si continúa haciendo lo mismo.

Neubauer fue corriendo hacia Seaman, que acababa de parar para cargar esencia.

- Seaman dijo-, deja en paz a Brauchitsch; no le acoses. Estás poniendo en peligro nuestra doble victoria. La prueba ya es vuestra: no empecéis una carrera privada entre vosotros que puede acarrearnos la derrota.

Seaman guardó silencio.

Mientras tanto la gasolina se desparramó sobre el ardiente tubo de escape del automóvil de Brauchitsch. Al poner en marcha el motor una chispa hizo que la gasolina se inflamara y, en un instante, el automóvil quedó envuelto en llamas de seis metros de altura por lo menos. Horrorizado, Manfred, en un esfuerzo por huir, tiraba del volante para desprenderlo y poder arrojarse fuera. Estaba rodeado de llamas; ardían su traje y sus guantes, no podía hacer nada más que mover los brazos con desesperación.

Pero Neubauer, Neubauer el Grande, estaba allí. Sin temor al fuego ni una posible explosión, valiente como un león, saltó sobre el coche, arrancó de su asiento al rubio conductor, apagó el fuego que ya tenía en el casco, le echó al suelo y le hizo rodar hasta que las llamas le extinguieron.

Entretanto los mecánicos, con los extintores, sofocaron el incendio. La catástrofe había sido evitada.

No faltó en aquellas circunstancias la anécdota divertida. Habría sido posible patinar ante el box; todo el mundo se limpiaba de espuma la ropa y la cara. Manfred estaba preparándose para subir de nuevo al automóvil y el público le aplaudía estruendosamente. Neubauer se secaba el sudoroso rostro; abrió la boca para aspirar aire fresco y se quedó con la boca abierta. El automóvil de Seaman, que ya hacía muchos segundos estaba a punto de arrancar, continuaba aún allí.

- Pero, ¡Dios mío! ¿Es que este hombre está loco? bramó Neubauer -. ¡Vamos, sal, arranca! ¿Por qué no sales de una vez? Se dirigió corriendo a Seaman -. ¡Sal, Seaman, corre! gritó desesperado.

- Usted me dijo que no persiguiera a Brauchitsch replicó Seaman con una tranquilidad pasmosa.

- Por amor de Dios, Seaman, ¿te has empeñado en que perdamos la carrera? ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué es lo que quieres? Te prometo, te lo juro por lo más sagrado, que no te perseguiremos ni aunque vayas en cabeza en el Gran Premio de Inglaterra.

Seaman se ajustó las gafas y, sin decir palabra, sin tan siquiera mirarle, arrancó y su automóvil desapareció rugiendo hasta la curva del sur. Durante aquellos instantes, Brauchitsch había limpiado el volante; se puso de nuevo las gafas y un nuevo par de guantes y esperó anheladamente que el motor se pusiera en marcha por medio del arranque electrónico. Con impaciencia volvió a colocar el volante en su sitio y, entre los aplausos de todos, arrancó a la zaga de Seaman. Brauchitsch, el desafortunado, justificó de nuevo aquel apodo. En un lugar cercano al aeropuerto se encontró de pronto con la rueda del volante suelta en la mano. Inmediatamente, agarró con ambas manos el eje de la dirección y, con enorme esfuerzo, mantuvo el automóvil bajo su control y logró llevarlo hábilmente a la cuneta.

Tuvo que abandonar.

Un empleado de la pista condujo el automóvil condujo el automóvil hasta los boxes por un camino lateral, y al cabo de un rato apareció Manfred a pie y con el volante en la mano. El público le recibió con una ovación de simpatía. Realmente, Manfred era el personaje del día.

Fui hacia él y le golpeé amistosamente en la espalda.

- Manfred, viejo compañero le dije -, las cosas van como van. Un día para arriba y el otro para abajo. La próxima vez será todo diferente para ti.

Se fue. Volvió a enrojecer, pero sólo aquella vez estaba a punto de llorar. Es preferible no reproducir aquí lo que me contestó.

Dick Seaman ganó su primer Gran Premio de Alemania.

Cuando por la noche fuimos al Hotel Eifeler Hof, en Adenau, Manfred no se presentó.

- Ve a ver lo que está haciendo ese muchacho le dije a mi esposa. Baby fue de puntillas a la habitación vecina, entró y vio a Manfred tendido en la cama, sollozando con desespero y amargura. Baby se sentó en el extremo de la cama y le acarició la despeinada cabeza. Yo entré y me senté en una silla. Dejamos que se desahogara, y luego pedí que le llevaran un enorme jarro de jugo de naranja bien frío. Después de un baño caliente, ya sólo quedó celebrar la victoria, y aun celebrarla con una sonrisa. A la mañana siguiente, el chico de la proverbial mala suerte había recobrado los ánimos.

Dick Seaman se sentó en el centro de la larga mesa; ente él estaba el trofeo. A su lado se sentó Erika Popp, hermana del director general de BMW. No pude sino pensar que Seaman había obtenido dos victorias aquel día. Era divertido ver cómo una vez y otra se miraban a hurtadillas. Erika tenía entonces diecisiete años, y Dick veinticinco. Estoy seguro de que si no hubiese sido por la tensión política los dos formarían una pareja feliz.



Después de Nürburgring fuimos a Lugano, y poco tiempo después a Pescara, para tomar parte en la Copa Acerbo. Nos dirigimos al Adriático por Milán, Módena, Bolonia y Rimini, y después, por la recta carretera que bordea aquel espumeante mar, a Pescara. En los pueblecitos la gente se sentaba , en sillas bajas, de espaldas a la carretera. Los chiquillos corrían de un lado para otro; perros, coches atrasados por borriquillos y una nube de ciclistas inundaban las calles. Era forzoso tocar constantemente la bocina, y aún así conducir con extremo cuidado. El paisaje era hermosísimo, pero no teníamos tiempo de contemplarlo. Teníamos que llegar a Pescara aquella tarde, y Pescara está a 750 km de Lugano. Condujimos sin parar, de una sola tirada. Dejamos lo de la comida para la noche, pues llevábamos fruta para poder apagar la sed.

Efectivamente, llegamos a Pescara por la noche. Varios miembros de nuestra familia llegaron antes que nosotros. Nos alojamos en un lujoso hotel recién construido, a la orilla del mar. Desde el exterior parecía ser verdaderamente lujoso; pero la verdad era bastante diferente. Como el hotel fue terminado de modo apresurado para que su inauguración coincidiera con el día de la carrera, mucho quedó a medio hacer, como por ejemplo los servicios sanitarios. Pronto llegaron los mosquitos como si hubiesen estado esperándonos.

Baby había llevado un floreado mosquitero que había comprado en Trípoli. En cuanto deshizo las maletas quiso protegerme con aquel mosquitero, tal como ya había hecho en Trípoli. Me tendí en la cama y espanté y maté mosquitos, mientras Baby se las ingeniaba para extender sobre la cama aquella protectora tela, que aseguró además con chinchetas, todo entre risas y bromas.

- Si pudieses verte, Rudy, ¡estás igual que un pastel de ciruelas protegido por las moscas!

Aquello no me divertía en absoluto. Era ya bastante deprimente haber de dormir cubierto por un mosquitero, y aún era peor si, como entonces, la tela casi me aprisionaba, pues apenas me dejaba respirar. No obstante, era preciso resistirlo. En Trípoli, en Pescara y en Livorno no había más remedio que resignarse, pues de lo contrario los mosquitos se hubiesen cebado en mis manos, que se habrían hinchado hasta el extremo de que me fuese imposible usar guantes el día siguiente.



El circuito de Pescara tiene veinticinco kilómetros. En parte es un maravilloso camino que serpentea entre las montañas, y en parte una interminable recta, buen trecho de la cual bordea el mar. Aquel año habían modificado la recta con la adición de dos curvas artificiales para obligarnos a disminuir velocidad. Tales curvas se apartaban de la pista primitiva y luego volvían a entrar en ella.

Los automóviles italianos eran rápidos y de fácil manejo, pero nuestros Mercedes y Auto Union eran más rápidos en las rectas. Así, pues, siempre topábamos con algún truco para igualar las posibilidades de triunfo de los diversos automóviles. Si no fuese por la existencia de las dos curvas falsas, los italianos hubiesen tenido muy pocas posibilidades de ganar. Tenían que poner trabas a la victoria de los alemanes para aumentar el atractivo de la carrera.

Técnicamente hablando, la preparación de la carrera de Pescara nos produjo muchos dolores de cabeza. Las curvas de la montaña hacían imperioso usar un cambio de marchas de escaso desarrollo y neumáticos lisos. Por consiguiente, era preciso encontrar una solución intermedia, que, a fin de cuentas, tampoco sería idónea para ninguna de las dos partes del circuito.

Después de los entrenamientos nos reuníamos para bordar las cuestiones tácticas. Cada uno de nosotros aportó ideas propias. Aquéllos eran los momentos más felices de Neubauer. Parecía un general entre sus soldados, o un pastor entre el rebaño. Ahora, a lo largo de los años, creo que más bien era un buen pastor, pues sus gritos podían oírse desde muy lejos. Realmente, cuando él, Brauchitsch y yo hablábamos, las paredes parecían derrumbarse; los tres teníamos voces parecidas a las que deben de tener los jefes en plena batalla.

- Pues, ¡escúchame, Carcciola! ¡Por favor, Brauchitchs, presta un poco de atención, deja de pensar en las chicas! Lang, ¿por qué no escuchas cuando te hablo? Callaos todos: esto es lo que vamos a hacer

Y por fin se trataba de la preparación hasta en sus más mínimos detalles.

Durante los entrenamientos ensayé varios sistemas. Después de unas cuantas vueltas, me hice un esquema particular de la carrera. Tenía que evitar forzar el motor en las rectas, aunque perdiera tiempo, y recuperarlo en la parte montañosa. ¡Señores, qué carrera sería aquélla! ¡Y cómo iban a sufrir los frenos cuando hubiésemos de decelerar al entrar en las curvas falsas!

Poco después de las nueve de la mañana nos situamos en la salida. Hacía un calor húmedo y molesto.

Los automóviles, con sus colores característicos, rojo, azul y blanco, componían un cuadro alegre y lleno de luz. Las tribunas estaban llenas hasta los topes. Niños de rizado cabello negro habían trepado a los postes que sustentaban los graderíos para gozar de un buen punto de vista. Es difícil imaginar el entusiasmo y la expectación de aquella entusiasta multitud. Es verdad que anhelaba la victoria de un automóvil italiano; pero también otorgaría sinceramente el aplauso al que venciera, fuera quien fuese.

Un minuto antes de la salida fueron puestos en marcha los motores, y los automóviles organizaron un estruendo infernal. Los espectadores podían distinguir fácilmente los ruidos correspondientes a las distintas marcas. El nuestro era el más potente, el más metálico; prácticamente llenaba todo el ámbito. No percibía ningún otro ruido excepto cierto sordo zumbido que se albergaba en mi cráneo. Llevaba los oídos, como los demás conductores, taponados de cera para evitar posibles lesiones en los tímpanos. A menudo tardábamos varias horas en volver a oír normalmente.

La salida siempre constituía el momento de más intensa emoción. Cada piloto dominaba a su modo su propia tensión. Nuvolari parecía un caballo de carreras; hasta el momento de bajar la bandera, era incapaz de controlar los nervios. Brauchitsch apretaba los labios y daba la impresión de estar absorto en algo. Lang, exteriormente, parecía tranquilo.

Partimos. Brauchitsch arrancó como un cohete. Empecé pasando a Nuvolari, y quedé situado a pocos segundos de Manfred. Durante tres vueltas corrimos casi juntos. Después, de pronto, vi que una nube de humo salía del coche de mi amigo.

Comprendí que para él había terminado la carrera.

Efectivamente, así fue. Disminuyó la velocidad y me hizo signos para que le pasara. Era mi oportunidad. Lang me seguía a corta distancia. Apreté un poco y batí el récord de la vuelta. El motor zumbaba con toda normalidad. El récord había sido en un tiempo de once minutos. En la recta había alcanzado 276923 km/h. Brauchitsch había abandonado. Didi Trossi, con un Masserati, iba mejorando poco a poco su posición. La señal del box me dijo que había adelantado a Farina y que ocupaba el tercer puesto, detrás de Lang.

Didi Trossi podía resultar un adversario peligroso. Tenía que asegurarme mayor ventaja, pues de lo contrario, terminaría por pasarme cuando me detuviese para repostar. Didi Trossi se hizo daño n un brazo al rozar una pared, y cedió el automóvil a Villoresi, que estaba parado en el box por avería del suyo. El temperamental Gigi dio una vuelta que dejó sin respiración a todo el mundo. Tres segundos más deprisa que yo, en 1057.

Pensé, no obstante, que sería muy difícil aguantar aquel ritmo.

Estas persecuciones me hicieron abandonar mi célebre y ejemplar manera de conducir, y acometí las curvas de la montaña como si fuera un loco. Las piedras saltaban por los lados. Derrapaba en las curvas. Solamente así podía dar al motor un poco de reposo en la recta.

Se me indicó que Nuvolari había tenido que abandonar. Después supe que fue por causa de una avería en el motor.

Lang había dejado de seguirme. Vi que había fuego al lado de la primera curva falsa. Ardía un automóvil. Me acerqué cuanto pude a la valla de madera de la curva, para alejarme de las llamas, y comprobé que era el Mercedes de Lang, pero que, ¡gracias a Dios!, mi camarada no estaba en él, según vi a través de las llamas y el humo. El automóvil estaba convertido en una gran hoguera. Podía darse por perdido aquel vehículo, puesto que su depósito contenía doscientos litros de gasolina, y además existía el peligro de una explosión.

Usábamos un combustible muy explosivo; nosotros lo llamábamos dinamita. Cuando en los boxes poníamos los motores en funcionamiento, para el pre-calentamiento, la gente tenía que apartarse. El humo del escape se metía en los pulmones; irritaba los ojos, y no era nada recomendable permanecer allí. Si por cualquier causa se incendiaba algún automóvil, las llamas tardaban unos momentos en aparecer. Primero parecía como si temblara el aire alrededor del motor, y el calor iba haciéndose insoportable; entonces aparecían las llamas.

Lang se dio cuenta del temblor del aire y se arrojó del automóvil antes de que empezara a arder.

Durante las siguientes vueltas, el acre olor a goma quemada se apreciaba desde muy lejos. Poco a poco el fuego fue creciendo, hasta que no quedó ya nada para consumirse. Quedaba solamente el esqueleto del bólido. Durante algunas horas persistieron los rescoldos y el metal continuaba al rojo vivo.

Desde los boxes me indicaron en aquellos momentos que Mueller, con Auto-Unión, estaba en segundo puesto, separado de mí por unos dos kilómetros. Más tarde, también Mueller se vio obligado a abandonar. Era yo el único alemán que continuaba en pista. Cuando pasaba cerca de Neubauer podía verle de pie, casi en el centro de la pista, con la bandera en la mano, como queriendo decirme: ¡Despacio!, ¡despacio!, ¡despacio! ¡Despacio, mi querido Rudi, solamente tú puedes salvar el día!

Asentía con gestos y le daba las gracias. Por fin inicié la última vuelta. Por un momento creí que mi corazón iba a estallar de alegría. Por consiguiente mi estrategia había sido correcta, y la diosa Fortuna me había acompañado desde la salida. ¡La victoria había vuelto a ser mía!

Como siempre, Neubauer fue el primero en llegar a mi lado. Me abrazó, y en aquel abrazo había gratitud, amistad y admiración por lo que había hecho. Después me rodearon mis compañeros y estuve a punto de ser materialmente aplastado. Estaban a mi lado los que habían hecho posible la victoria: el viejo Walz, Zimmer, Lindemeyer, Grupp, Bunz, Mueller, Woerner y los otros mecánicos. También el maestro, el grande, el inolvidable Dietrich, especialista del servicio de Continental para las carreras, con sus bigotes estilo Káiser. Igualmente los especialistas de la casa Bosch y su jefe Bamninger, y Eberhard Hunt, el célebre periodista, que seguía todas las carreras lleno de entusiasmo y las narraba después con depurada técnica, y Fabián, el repórter del Berliner Zeitung. Finalmente, mi mujercita, mi cronometradora, gracias a quien sabía cómo corría durante la prueba y cómo lo hacían los demás. En aquellos momentos envolvía sus relojes, guardaba sus notas y estaba radiante de felicidad, puesto que yo había regresado sin ningún hueso roto.

Los espectadores saltaron a la pista y nos encontramos rodeados por una masa infranqueable de gente. Me costó mucho poder regresar al hotel. Los fotógrafos intentaban obtener alguna fotografía presentable de mi rostro lleno de grasa negruzca.



El Gran Premio de Suiza iba a ser disputado justamente una semana más tarde, por cuya razón deseaba regresar a casa lo más pronto posible, alejarme de la temperatura excesivamente elevada de Pescara y restablecer mi torturada pierna bajo el suave sol de Lugano. Para lograrlo teníamos que partir inmediatamente después de la cena en la que se festejaba el triunfo. Baby aún lo ignoraba. Me sumergí en la bañera, intentando eliminar el olor a aceite y gasolina que llenaba mi cuerpo, mientras Baby planchaba mi traje de etiqueta para el banquete. ¿Cómo me las arreglaría para decirle que le esperaba una noche bastante larga?

- Baby le dije lo más amablemente posible -, pequeñísima, tendrás que empezar a hacer las maletas, pues esta misma noche nos marchamos.

- ¿Esta misma noche? exclamó -. ¿Estás loco?

- No, no estoy loco le dije-. Partiremos después de la cena. Manfred vendrá con nosotros y conducirá durante parte del trayecto.

Baby no replicó. Durante la temporada de carreras yo era un verdadero dictador; Baby sabía muy bien que me convenía descansar algunos días sin hablar para nada de carreras, de sistemas de conducir ni de motores. Tomó unas píldoras para el dolor de cabeza y empezó a hacer las maletas. Dobló el hermoso y floreado mosquitero, puso en una cajita las chinchetas con que lo arreglaba, e hizo un paquete aparte con mis ropas de carreras y los viejos y grasientos zapatos con que conducía. El penetrante olor a gasolina y aceite era inseparable de aquellos zapatos; si no pudiese usarlos estoy seguro de que no hubiera podido ser el mismo. Aquellos zapatos conocían mis pies; conocían también los pedales, y sabían colocarse con exactitud en el reducido espacio de que disponían. ¡Los zapatos para correr tenían que ser guardados como reliquias!

Después de cenar nos cambiamos, bajamos, pagamos y nos hicimos llevar las maletas. El portero movía admirado la cabeza. ¡Conducir durante toda la noche después de una carrera como aquélla!

Manfred condujo hasta Bolonia, y yo, hasta Lugano. Moritz, nuestro perro, nos recibió con saltos y carreras hasta que perdió el aliento, y Anatole nos recibió con su ininteligible parloteo. Estábamos en casa, en nuestras propias camas. Solamente Manfred tuvo algo de qué quejarse, pues Anatol le robó, a la hora del desayuno, la mitad de un huevo cocido."


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
accitano
mensaje Aug 20 2008, 03:20 PM
Publicado: #132


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 2.872
Desde: 11-March 08
De: Spain
Usuario No.: 3.692



Gran Sorpresa!! laugh.gif laugh.gif

Muchas gracias, Raquel!


--------------------
Saludos.

"Cada tanto viene bien una derrota" Frank Williams.
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 20 2008, 04:00 PM
Publicado: #133


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



CITA(accitano @ Aug 20 2008, 02:20 PM) *
Gran Sorpresa!! laugh.gif laugh.gif

Muchas gracias, Raquel!


A ti gracias, Accitano. smile.gif

De "sorpresa" nada de nada... laugh.gif En todo caso, me la he llevado yo. sad.gif
Como bien dice mi querido Caracciola, cada carrera tiene su anécdota. Pues la de este capítulo... huh.gif ha sido como para filmarla.
Se me ocurre la feliz idea de llevarme el portátil a la terraza para escribir "en otro ambiente", hpy que hacía un día fresquito y algo lloviznoso al principio. Cuando ya acabo, cierro y guardo archivo repasando que no lo perdiera ( angry.gif ), traslado de nuevo el ordenador a su sitio y, con las manos ocupadas y la cabeza por Pescara voy y me dejo "mi libro" sobre la mesa. Definitivamente, "La Diosa Fortuna" está enfadada conmigo... Os lo prometo, en menos de un minuto -lo que tardaba en volver el ordenador a su sitio y conectar-, se levanta un viento racheado y... bufff... me encuentro mi libro "deshojado", con el lomo abierto y temblando... y... ¡McAchis la mar salada!, 7 hojas habían volado. Increíble.
En esos momentos no tienes sentido del ridículo. rolleyes.gif Sales corriendo, zumbando si hace falta, y buscas por donde sea las páginas que faltan, los números, las letras... ¡lo que sea! Y lo que piensen los vecinos, da igual!!!


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
QUIQUE A.
mensaje Aug 21 2008, 09:42 AM
Publicado: #134


¡A ras!
***

Grupo: Members
Mensajes: 783
Desde: 11-March 08
De: Ourense
Usuario No.: 5.140



Gracias por el capítulo, Raquel smile.gif
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Nivola
mensaje Aug 21 2008, 09:52 AM
Publicado: #135


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 1.995
Desde: 11-March 08
De: Segovia-Valladolid
Usuario No.: 3.599



Qué maravilla!!! Otra cucharadita de caviar... laugh.gif laugh.gif laugh.gif
Mil gracias, por enésima vez, Raquel.

Aunque parezca paradógico, estos relatos "antiguos" personalmente me "refrescan" de una manera indecible.

Y ante tu anécdota... ni ridículo, ni vergüenza ni bobadas...si me pasa a mí, me ves correr como al hijo del viento perseguido por los siete demonios, detrás de las hojas, aunque estuviera en plena plaza mayor... laugh.gif wink.gif
Go to the top of the page
 
+Quote Post
tenista
mensaje Aug 21 2008, 12:17 PM
Publicado: #136


TENISTA
***

Grupo: Members
Mensajes: 35.641
Desde: 11-March 08
De: Meco-Madrid
Usuario No.: 3.906



POR FIN ohmy.gif laugh.gif

MIL GRACIAS RAQUEL.


--------------------
"El Foro es y será, siempre, mi Segunda Casa"

"Modo Positivo ON"

"Pedro volverá"
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 27 2008, 05:48 PM
Publicado: #137


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



Gracias a vosotros. smile.gif
Satisface ver que hay cosas que, aunque lejanas, siguen vivas en el recuerdo.

Baby decía siempre que yo tenía ojos de foca, por lo bien que veía a través de la lluvia.
Dick era un héroe.


"CAPÍTULO XXII



El miércoles por la mañana partimos hacia Berna para el Gran Premio se Suiza. El circuito está situado en las afueras de la ciudad, en un parque lleno de magníficos árboles. Tiene unos 7 km; se compone de una corta recta adoquinada frente a las tribunas y de una serie de curvas cerradas sin peralte. Si llueve se hace sumamente resbaladizo.

Lo entrenamientos empezaron el jueves. El tiempo era nuboso y no mejoró los siguientes días. Todo parecía indicar que aquellas nubes descargarían el sábado

Como que nuestras vueltas de entrenamiento fueron las más rápidas, los conductores de Mercedes fuimos situados en la 1ª línea. Hubimos de esperar algún rato antes de la partida. Llovía ligeramente. Los automóviles estaban cubiertos de lonas, y Walz me cubría con un paraguas para que no quedara empapado aun antes de la salida. Instantes antes de las tres subimos a los automóviles y nos colocamos sobre los cascos la protección de mica con que proteger las gafas de la lluvia. Para que no se empañasen nos las pusimos en el último momento. Las posiciones de salida quedaron establecidas de la siguiente manera:



CARACCIOLA LANG SEAMAN

Mercedes Mercedes Mercedes

BRAUCHTISCH STUCK

Mercedes Mercedes

WIMILE NUVOLARI H.P MUELLER

Alfa-Romeo Auto-Union Auto-Union

FARINA KAUZ

Alfa-Romeo Auto-Union

TEAGNO DREYFUS TARUFFI

Maserati Delahaye Alfa-Romeo

RAPH

Delahaye

MANDIROLA CHRISTEN ROMANO

Maserati Maserati Alfa-Romeo

DeSZTRIHA MINOZZI

Alfa-Romeo Alfa-Romeo



Arrancamos a las tres. Seamen se puso en cabeza. Iba seguido de Stuck,; después yo, luego Mueller, Kautz, Brauchitsch, Nuvolari que conducía por 1ª vez un automóvil Auto-Union-, Lang, Farina, Taruffi, Wimille y los demás. En la cuarta curva pasé a Stuck. Seaman conducía magníficamente. Aún conservaba la 1ª posición durante la octava vuelta. Llovía con más fuerza, y al cabo de un rato arreció. Era un verdadero aguacero. Corría detrás de Seaman, conduciendo como en un lago. Las ruedas de mi compañero arrojaban agua y barro contra mi parabrisas. Para ver algo, tuve que asomar la cabeza por un lado, con lo que la cara y las gafas se me llenaron de barro.

¡Basta ya!, pensé. ¡Cuidado, Dick, pues ahora me toca a mí ir en la cabeza!

Después de la prueba de Nürburgring, la de Berna es mi carrera favorita. Dick hizo lo que pudo, pero finalmente logré alcanzarle, a través del barro y del agua, en el resbaladizo empedrado.

Seaman intentó seguirme, pero cuando aceleré las ruedas levantaron tras mi automóvil cortinas de agua que formaban una verdadera pared. Ni tan siquiera podía ver a Seaman por mi espejo retrovisor. Adelantar automóviles en aquellas circunstancias era difícil y peligroso, pero me parecía que esto era lo único que hacía. ¡Qué tiempo! El calor que arrojaba contra mí el motor me hacía sentirme como en un baño turco. La lluvia había ablandado la tierra de los bosquecillos, y formaba arroyuelos que atravesaban la calzada. Miraba como un lince para descubrir las irregularidades de la pista. Baby decía siempre que yo tenía ojos de foca, por lo bien que veía a través de la lluvia. Cuando se corre por un camino resbaladizo hay que estar siempre atento a las reacciones del automóvil, que sobre el empedrado se comporta como un caballo indómito. Es preciso saber lo que quiere hacer antes de que lo haga, y gobernarle con movimientos suaves y calmosos. No tan sólo las manos, sino todo el cuerpo, se identifican con el automóvil y contribuyen a dominarlo.

Seaman no me dejó sacarle mucha ventaja. Llegué a la meta con solamente medio minuto de ventaja.

Brauchitsch llegó en tercer lugar. Era la tercera vez que yo ganaba el Gran Premio de Suiza.

El 11 de septiembre Nuvolari, con Auto-Union, ganó el Gran Premio de Italia en Monza.

Nivola o Nuff, como le llamábamos, condujo por 1ª vez un Auto-Union en Berna; en su segunda salida, el intrépido piloto, el indestructible maestro, demostró que también podía conducir automóviles con el motor en la parte trasera.

Pero tenía que conducir con la mansedumbre de un cordero, quieto detrás del volante. Con toda seguridad se encontraba más a gusto en el grácil y maniobrero Alfa-Romeo, que dominaba como a un potro; aunque se marchara a la cuneta, siempre terminaba por dominarlo a su antojo. Nuestros pesados vehículos no permitían tales libertades, y mucho menos las del motor trasero.

Excepción hecha de Bernd Rosemeyer, que empezó como motociclista y pasó a Auto-Union sin haber conducido otros automóviles de carreras, nadie más sino Achille Varzi logró dominar a la perfección aquel tipo de vehículo. Nuestro jefe, el doctor Feuereissen y Neubauer nos permitieron a Rosemeyer y a mí cambiar de vehículo durante los entrenamientos en Monza. Causó aquello sensación: Rosemeyer en un Mercedes y yo en un auto-Union, aunque sólo para los entrenamientos, por supuesto.

Al acabar Rosemeyer me dijo:

- Chico, ¡qué frenos más maravillosos tenéis! ¡Cómo se agarra a la pista!

- Y vosotros tenéis un motor magnífico repuse-; marcha bien a todas las velocidades. ¡Y acelera con tanta suavidad!

Acordamos que el automóvil ideal para la temporada de 1939 tendría chasis y frenos de Mercedes y motor de Auto-Union.

- Pero le hice observar- con el motor delante.



El Gran Premio de Italia era el último Gran Premio de 1938. La situación política nos preocupaba. Encontramos en Italia algunas simpatías, pero en conjunto topamos con una abierta hostilidad. La guerra parecía inevitable. No obstante todavía se celebraban carreras, y conducían pilotos de muchas nacionalidades. Aquel otoño era tan caluroso como sólo puede serlo un otoño italiano.

Hacía calor en los automóviles, sobre todo en el mío, porque se había quemado un relleno y el calor del tubo de escape penetraba por las aberturas para los pedales del gas y del embrague. A pesar del aislamiento de amianto, el acelerador quemaba tanto que terminó por abrir en la suela de mi zapato un agujero del tamaño de un dólar de plata.

Cedí el automóvil a Brauchitsch durante unas vueltas, con lo que tuvo demasiado. Volví a conducirlo, pude oprimir el ardiente pedal del gas con la punta del zapato, y me situé en tercer puesto, precedido por Nuvolari y por Farina. Así acabó aquel Gran Premio.

Me dolían tanto el pie y la pierna que no quise participar en el Gran Premio de Donington, en Inglaterra. Ade,ás, era muy probable que el equipo alemán no fuera bien recibido allí.

Sin embargo, la carrera se realizó, porque el buen sentido prevaleció aquel año de 1938; aún reinaba la paz, y no había pasado nada como no fuera la ostentación de fuerza y poder militar. En Alemania las carreras estabn casi militarizadas. Los organizadores vestían uniforme, los miembros de los clubs también vestían uniforme, y después de cada carrera los conductores, también de uniforme, eran obligados a efectuar una especie de desfile militar. Cuando finalizaba la carrera estábamos todos cansados y sudorosos, pero teníamos que escuchar en pie una larga arenga patriótica. Si ganábamos, era la madre patria quien ganaba; si perdíamos ¡esto no puede suceder de ningún modo! Si hizo insoportable la intromisión en nuestras vidas privadas.. No les gustaba que viviese en Lugano. Cuando me instalé en Lugano por primera vez en 1929, vivíamos unos tiempos felices en que nadie se metía en las preferencias de cada cual. Fui a Lugano por primera vez en 1927, y me encantó aquel lugar, como creo que debe de gustar a todo el mundo. Goza de una temperatura suave, el paisaje es encantador y las gentes son hospitalarias y amables. Además está situado en el corazón de Europa, y desde allí es fácil llegar a cualquier pista de carreras.

Desde mi accidente en Montecarlo, el clima meridional era necesario para mí. La unión del fémur con la cadera no se recompuso nunca del todo; los músculos y tendones tenían que soportar por sí solos la pierna. Estas cosas se conocen como fractura mal soldada: el hueso queda suelto. Después de las pruebas precisaba de mucho descanso y de mucho sol para poder conducir durante otros quinientos kilómetros. Incluso una pierna sana se resiste de tal esfuerzo.



Después de un invierno tranquilo, la temporada se reanudó el 8 de febrero de 1939.

En la recién inaugurada autopista, propia para batir récords, entre Dessau y Bitterfeld, tenía que intentar batir marcas mundiales del kilómetro y de la milla tanto lanzados como con salida parada- con el doce cilindros, 2-3 litros, construido por Mercedes Benz. Fuermanik, con Maserati, era quien los detentaba.

Por la mañana llevaron a la autopista al plateado bólido. Para disminuir la resistencia del aire se había provisto de una carrocería de duraluminio que lo cubría por entero; las ruedas estaban carenadas por separado. Se había suprimido el habitual radiador: el agua para el enfriamiento del motor provenía de un refrigerador situado en el interior del automóvil. El vehículo era muy bajo y de forma extraordinariamente hermosa. Pude montar en él con mucha facilidad; el asiento era cómodo. Lindemeyer se alargó el volante y lo quité con mucho cuidado. Después del primer recorrido, en plan de experimentación, me pareció que todo esfuerzo sería inútil. Las ruedas patinaban una y otra vez. Había arena en aquella nueva pista. Ensayé ir por el lado derecho, que estaba más usado. Entonces las ruedas agarraron bien, pero no tuve la sensación de alcanzar gran velocidad.

- ¡Oiga, Sr. Krauss! dije a nuestro ingeniero de pruebas.- Esto no funciona bien. Me parece que no puede superar los trescientos kilómetros.

Neubauer, Sailer, Unlenhaut y el mismo Krauss rompieron a reír.

- Has llegado casi a los cuatrocientos me contestó Neubauer.

No supe qué decir, Nunca lo hubiese imaginado. Sólo en la ancha pista, que parecía conducir a lo infinito, me había sentido como suspendido en el aire. Y en realidad casi era cierto, puesto que a tal velocidad el contacto de las ruedas con el suelo es muy débil. Cronometraron 177522 kilómetros para el kilómetro y 20457 para la milla con salida parada. La milla y el kilómetro lanzados fueron respectivamente a 399560 y 398230, velocidad inconcebible para un motor de tres litros, o sea, con otras palabras, un motor de la mitad de potencia que el 57 litros que conduje un año después en al autopista Frankfurt-Darmstadt.

Las carreras de velocidad de Dessau eran más fáciles: bastaba con solamente oprimir el acelerador y corregir el rumbo del automóvil. No tenía que dirigir con tanta precisión como en la estrecha autopista de Frankfurt-Darmstadt, ni había que pasar bajo 7 puentes. Allí el error de un milímetro representaba entrar en el césped, lo que significaba ir directamente a la eternidad.

Desde Dessau fuimos a la exposición del automóvil en Berlín; cuando ésta terminó, se celebró una ceremonia en honor de los campeones alemanes y europeos de varios ramos del deporte. Se me concedió la placa de oro alemana, y por sexta vez quedé proclamado Campeón de Europa. Tres veces con automóviles deportivos y tres con vehículos de carreras.



En abril se celebró la prueba de Pau, donde nos resarcimos del fracaso del año anterior. Durante veintinueve vueltas fui en primer lugar, ante Brauchitsch y Lang, pero después me abandonó la suerte. Se aflojó un tubo de engrase, cuya reparación me costó 7 vueltas. Probé a correr nuevamente, pero el motor no funcionaba bien. Mis dos compañeros vencieron, lo que nos llenó de alegría. Brauchitsch dio la vuelta más rápida.

A finales de mayo nos encontramos nuevamente en el fantástico país de Libia, para tomar otra vez la salida en la prueba de la lotería de los millones de liras.

Con la intención de acabar de una vez con la serie de victorias de los automóviles alemanes, el Automóvil Club de Trípoli programó la carrera para motores de 1500 centímetros cúbicos. Lo anunciaron cuando acababa el año 1938, demasiado tarde, tal como pensaban, para que los alemanes pudieran construir nuevos automóviles.

?sta fue una oportunidad para que los técnicos de Daimler-Benz demostrasen su habilidad y capacidad de trabajo. Ingenieros, mecánicos y técnicos trabajaron llenos de fervoroso entusiasmo e hicieron realidad lo que parecía ser imposible. En solamente ocho meses construyeron el nuevo 1500 centímetros cúbicos.

El nuevo modelo tenía un motor de ocho cilindros en V provisto de compresor, corta distancia entre ejes, cinco marchas y suspensión independiente en las cuatro ruedas.

Los pocos ensayos efectuados en Hockenheim antes de embarcar para Trípoli, dieron resultado satisfactorio, muy esperanzador. Los dos pequeños automóviles parecían copias exactas, en pequeño, de sus predecesores. Tenían la misma forma y la misma carrocería. Eran gráciles como juguetes, y tan bajos que, cuando estaba de pie a su lado, las puntas de los dedos apenas podían rozarlos.

La noticia de que, a pesar de todo, tomaríamos parte en la carrera de Trípoli cayó como una sorpresa total. El público se apretujó en las tribunas y graderíos aún más que nunca, y los tiempos hechos durante los entrenamientos prometían una carrera disputada con ardor. Por supuesto, mantuvimos en secreto nuestra creencia de que los pequeños bólidos podían llegar a la velocidad de 260 km/h.

Lang tomó la delantera desde la salida. Neubauer nos mandó a la carrera con diferente equipo. Lang arrancó con los neumáticos gastados, que tendría que cambiar mientras repostaba por otro juego de neumáticos usados.

Con ellos podía tener una salida más rápida y arrastrar a los demás para que gastaran más rápidamente sus gomas.

Yo tomé la salida equipado con neumáticos nuevos, con los que podría aguantar toda la prueba. Solamente debía detenerme en boxes para repostar. Según nuestros cálculos, el tiempo ganado nos resarciría de la relativamente lenta salida con neumáticos nuevos. Sin embargo, como muchas veces acontece en la vida, las cosas se desarrollaron de otro modo que como habíamos supuesto. Lang tardó menos en repostar y cambiar ruedas que yo solamente en repostar. ¡Los mecánicos no encontraban la conexión para el arranque eléctrico!

Ganó Lang. Yo fui el segundo. Nada menos que diez minutos después Villoresi, el tercero, cruzó la línea de meta.

Aquél fue para nosotros un éxito arrollador: ¡haber ganado con aquel nuevo modelo el primer y segundo puesto de la carrera de Trípoli, la de los millones!

Después de aquella victoria regresamos a Europa para tomar parte en la prueba de Eifel, en Nürburgring, que fue ganada por Lang, seguido de Nuvolari.



El 25 de junio era el día del Gran Premio de Bélgica. Este circuito es uno de los más difíciles de Europa. Está constituido por 35 vueltas a un recorrido de 145 km, por una carretera sinuosa y estrecha. Nuestros contrincantes eran Auto-Union, Alfa-Romeo, Maserati y Delahaye. El rey Leopoldo, tan amante de los deportes, nos dio la bienvenida en la línea de meta. Llovía. Las posiciones de salida se determinaron por sorteo y Neubauer distribuyó nuestros lugares: Lang en 1ª línea, Caracciola en la segunda, Seaman en la tercera y Brauchitsch en la cuarta.

Desde la salida, H.P. Mueller, con Auto-Union, logró repasar a Lang. Se quedó como líder, mas Lang le pisaba los talones. Nuvolari, también con Auto-Union, era el tercero, y yo el cuarto. En la tercera vuelta pasé al italiano, por lo que me situé detrás de Lang. Los dos íbamos a la rueda de Mueller. Lang intentó adelanterle pero no pudo. Dimos ocho vueltas de ese modo, y al cabo no resolvimos nada, hasta que hizo señas para que intentara adelantar a Mueller y me cedió paso. Puesto que éste no hizo caso a mis señas, decidí abandonar la cortesía y emplear la pura fuerza. Sin embargo, Mueller estaba tan ocupado en conducir que no oía ni veía nada.

En el viaje cerrado de la Source me decidí: ¡Allí era donde le atraparía! Lang, inmediatamente detrás de mí, también esperaba el momento de adelantar a Mueller. El viraje de la Source era muy resbaladizo. Al ir a pasarlo me resbalé y me despisté.

Lang, entretanto, dejó que Seaman le adelantase. ?ste tuvo más suerte que nosotros, pues en la misma vuelta, la novena, Mueller tuvo que ir a boxes para repostar, por lo que Seaman tuvo vía libre. Conducía muy bien, rápido y seguro, a pesar de la lluvia. Cuando fue a box para llenar el tanque, durante la vuelta dieciocho, Lang volvió a colarse en cabeza durante una vuelta; después también hubo de detenerse para repostar, y Seaman recuperó el primer puesto. Seaman aumentó la velocidad a cada vuelta. Lang tenía un retraso de 27 segundos y pasó a 28 en la vuelta 22. En la vuelta 23, al entrar en el viraje de La Source, sucedió

Seaman enfiló con demasiada velocidad aquel engañador viraje. Las ruedas de su automóvil resbalaron en la arena de un lado de la pista, empezó a patinar y se estrelló con tremendo impacto, primero en un árbol y luego en otro. Por fin se detuvo. El choque rompió el tubo de escape. Instantes después el automóvil estaba en llamas.

Quizá hizo Seaman todo lo posible por salvarse; pero, como supimos después, había sufrido un fuerte golpe en los riñones y se había roto el brazo derecho. También pudiera ser que el topetazo le dejara inconsciente y no se diese cuenta del temblor del aire ni sintiera el amenazador calor.

Pasaron varios minutos antes de que los espectadores que se hallaban en el viraje de la Source llegasen en su auxilio a través de la lluvia. El automóvil estaba envuelto en llamas. Algunos valientes intentaron salvar a Seaman, a pesar del fuego, pero la víctima estaba aprisionada por el volante y aquéllos no acertaron la palanca que lo liberaba. Con increíbles esfuerzos, lograron rescatar a Seaman, con graves quemaduras, pero vivo.

El doctor Glaeser había llegado a la escena del accidente. Se llevó a Seaman en ambulancia al hospital de Spa. Durante muchas horas hizo todo lo posible por salvar a Seaman, extirpándole trozos de piel que se habáin convertido en carbón. Las piernas, la cara, los brazos, todo estaba achicharrado. En boxes esperábamos anhelantes noticias. Solamente sabíamos que el coche de Seaman se había incendiado. Nada más. Erika, con quien se había casado algunos meses antes, se hallaba a mi lado. Estaba pálida y temblaba de frío y miedo. Todos temíamos lo peor.

Cuando acabó la carrera fuimos al hospital de Spa. El doctor Glauser continueba vendando a Seaman. Un poco más tarde, Erika pudo entrar a verle. Dick era un héroe. A pesar de su terrible dolor, hizo todo lo posible para hablar normalmente, casi con alegría, con su joven esposa.

Seaman murió poco después de medianoche en los brazos de su esposa. Hasta el último instante estuvo consciente.

Erika estaba fuera de sí de desesperación. La llevamos al hotel; fuimos a su habitación, junto a la nuestra. Baby deseaba hacerle compañía, pero ella insistió en que la dejáramos sola. Al cano de unas pocas horas oímos un tímido golpe en nuestra puerta. Era Erika. Mi esposa tomó en sus brazos a aquella frágil mujercita, la abrazó y dejó que llorara hasta que se durmió.

El día siguiente rodeamos un féretro largo y estrecho. ¿Era posible que Dick Seaman pudiera caber en él? Neubauer estaba profundamente conmovido. Se situó ante el ataud y habló a Dick. No recuerdo con exactitud las palabras que pronunció, sólo sé que su parlamento nos conmovió profundamente. Nuestras esposas sollozaban y nuestros ojos estaban empañados de lágrimas. Los de Neubauer también.

- Dick dijo-, jamás te olvidaremos. Eras un deportista completo, y un amigo, un buen amigo, de todos nosotros.

Fuimos a Inglaterra en avión acompañando por última vez a Ricardo Beatty Seaman. Por segunda vez aquel año se abrió la tumba de un inteligente, de un prometedor joven piloto."


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Raquel
mensaje Aug 27 2008, 06:09 PM
Publicado: #138


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 4.006
Desde: 11-March 08
De: Sitges. (Barcelona)
Usuario No.: 3.717



PD: OZZMAN, smile.gif recuerdo muy bien cómo hace mucho mucho tiempo (para mí wink.gif ) me explicabas esa escena de lo que le quemaba la planta del pie a Caracciola y el agujero de la suela del zapato al presionar el gas a pesar de lo abrasador que estaba. Hablábamos de algo de técnica -o mecánica-. Quizás sobre el material de los frenos... Creo que eso era. pero imposible determinar el topic o situarlo en contexto, lo siento.

Impresiona mucho este capítulo. sad.gif Y se percibe, incluso, en la forma de narrar de Caracciola.


--------------------
"I am an artist; the track is my canvas, and the car is my brush." - GRAHAM HILL
Go to the top of the page
 
+Quote Post
QUIQUE A.
mensaje Aug 27 2008, 06:39 PM
Publicado: #139


¡A ras!
***

Grupo: Members
Mensajes: 783
Desde: 11-March 08
De: Ourense
Usuario No.: 5.140



Precioso y emocionante como siempre, Raquel. Gracias.

P.D.: ¿Os imagináis a Räikkönen y a Hamilton intercambiando hoy los coches?

blink.gif
Go to the top of the page
 
+Quote Post
Ozzman
mensaje Aug 27 2008, 08:23 PM
Publicado: #140


Advanced Member
***

Grupo: Members
Mensajes: 1.274
Desde: 11-March 08
De: Catalunya
Usuario No.: 338



CITA(Raquel @ Aug 27 2008, 07:09 PM) *
PD: OZZMAN, smile.gif recuerdo muy bien cómo hace mucho mucho tiempo (para mí wink.gif ) me explicabas esa escena de lo que le quemaba la planta del pie a Caracciola y el agujero de la suela del zapato al presionar el gas a pesar de lo abrasador que estaba. Hablábamos de algo de técnica -o mecánica-. Quizás sobre el material de los frenos... Creo que eso era. pero imposible determinar el topic o situarlo en contexto, lo siento.


Vaya memoria que tienes, Raquel! Yo ya casi lo había olvidado, debe hacer mucho tiempo de eso. smile.gif

Saludos!!
Go to the top of the page
 
+Quote Post

14 Páginas V  « < 5 6 7 8 9 > » 
Fast ReplyReply to this topicStart new topic
1 usuario(s) está(n) leyendo este tema (1 invitado(s) y 0 usuario(s) anónimo(s))
0 usuarios(s) registrado(s):

 

Fecha y Hora Actual: 19th April 2024 - 12:01 PM
© PEDRO DE LA ROSA - 2022