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Pedro de la Rosa - Foro _ Fórmula 1 en español _ Cien mil Ítacas

Publicado por: Jose Tellaetxe «Orroe» el Jul 28 2017, 11:03 PM

Hay quien aspira a envejecer rodeado de recuerdos y quien se consuela pensando que Ítaca le seguirá esperando entonces, a pesar de que nunca se atrevió a mojar sus pies en el Mediterráneo.

Ulises sí la buscaba, y se hacía mucho más fuerte cada vez que el mar lo derrotaba. Ítaca una vez, Ítaca dos, Ítaca un centenar. Nítida en el horizonte, niebla más allá de la niebla, por la banda de estribor, a popa, entre arrecifes y sirenas. Hoy asequible, mañana esquiva. Siempre inalcanzable. Mil, diez mil, cien mil...

Damos tan poco valor a las cosas que el presente las aplasta en cuanto pasan, por olvido, negligencia o simple pereza.

2006 no queda tan lejos y sin embargo parece que sucedió en nuestras ántípodas. Montoya ha marchado de McLaren por no querer pedir permiso para adelantar y le sustituye De la Rosa, el reserva. Pedro a la una, Pedro a las dos. Y el español llega a Hungría buscando Ítaca, su Ítaca, esa oportunidad que los seres humanos desperdician casi siempre. Pero el Barcelonés la tomará como quien intuye que puede suceder que jamás la encuentre tan cerca.

Las órdenes son precisas: proteger las espaldas de Kimi. El McLaren dorsal número 4 es tercero y luego segundo, siempre a la estela del finlandés de Woking. Alonso toma la cabeza pero el catalán se ha convertido ya en la sombra de Iceman. Liuzzi y Raikkonen abandonan y Button hace acto de presencia. El asturiano al frente, y Pedro que escucha por primera vez cómo rompen las olas contra la costa.

Transcurren los giros y el sonido del agua golpeando las rocas es cada vez más insistente. ¡Ítaca!

Alonso ha claudicado. Delante del de Barcelona están ahora Jenson, Nick y Michael, y por ese orden, pero él sabe que Penélope y su tapiz se encuentran cerca y pretende llegar a puerto. Instintivamenyte despliega las velas. La tajamar del MP4-21 abre entonces los infiernos mientras el viento hincha sus trapos como un gigante sopla una tarta de cumpleaños. Firme al timón, Pedro está listo para librar una de sus más hermosas batallas, una que será olvidada por negligencia, costumbre o vulgar pereza, pero que cuando seamos viejos, algunos recordaremos al calor del fuego, esbozando una sonrisa.

Ítaca se desvanece lentamente en el horizonte. De la Rosa no lo sabe y volverá a buscarla, y a buscarla, y a buscarla. No la encontrará jamás y por eso se le juzgará luego, pero Pedro en Hungría se ha desatado y juega de tú a tú con todo un Schumacher a quien Poseidón ha bendecido y perdona los mil y un atajos que toma el alemán.

El dios de las profundidades es rencoroso y no ha olvidado que Ulises está condenado, que lo desterró él mismo, que no consentirá que llegue a casa ni así lo intente un millón de veces.

Pero aquella tarde de agosto de 2006, Poseidón también sonríe viendo a Pedro, y en tanto el español pierde la silueta de su isla por la espalda, accede a que sea recordado por su bravura y tesón, siquiera brevemente y por cuatro locos que no olvidarán jamás que aunque la vida acabe resultando injusta para quienes intentaron alcanzar Ítaca, una, dos, cien mil veces, mientras el recuerdo y agradecimiento sigan vivos, Pedro De la Rosa será siempre uno de los nuestros.

Os leo.

Publicado por: tenista el Jul 28 2017, 11:17 PM

Simplemente Genial!!

Mi mas sincera enhorabuena!!

Mil gracias.

Publicado por: VictiatorF1 el Jul 30 2017, 08:36 PM

CITA(Jose Tellaetxe «Orroe» @ Jul 28 2017, 11:03 PM) *
Hay quien aspira a envejecer rodeado de recuerdos y quien se consuela pensando que Ítaca le seguirá esperando entonces, a pesar de que nunca se atrevió a mojar sus pies en el Mediterráneo.

Ulises sí la buscaba, y se hacía mucho más fuerte cada vez que el mar lo derrotaba. Ítaca una vez, Ítaca dos, Ítaca un centenar. Nítida en el horizonte, niebla más allá de la niebla, por la banda de estribor, a popa, entre arrecifes y sirenas. Hoy asequible, mañana esquiva. Siempre inalcanzable. Mil, diez mil, cien mil...

Damos tan poco valor a las cosas que el presente las aplasta en cuanto pasan, por olvido, negligencia o simple pereza.

2006 no queda tan lejos y sin embargo parece que sucedió en nuestras ántípodas. Montoya ha marchado de McLaren por no querer pedir permiso para adelantar y le sustituye De la Rosa, el reserva. Pedro a la una, Pedro a las dos. Y el español llega a Hungría buscando Ítaca, su Ítaca, esa oportunidad que los seres humanos desperdician casi siempre. Pero el Barcelonés la tomará como quien intuye que puede suceder que jamás la encuentre tan cerca.

Las órdenes son precisas: proteger las espaldas de Kimi. El McLaren dorsal número 4 es tercero y luego segundo, siempre a la estela del finlandés de Woking. Alonso toma la cabeza pero el catalán se ha convertido ya en la sombra de Iceman. Liuzzi y Raikkonen abandonan y Button hace acto de presencia. El asturiano al frente, y Pedro que escucha por primera vez cómo rompen las olas contra la costa.

Transcurren los giros y el sonido del agua golpeando las rocas es cada vez más insistente. ¡Ítaca!

Alonso ha claudicado. Delante del de Barcelona están ahora Jenson, Nick y Michael, y por ese orden, pero él sabe que Penélope y su tapiz se encuentran cerca y pretende llegar a puerto. Instintivamenyte despliega las velas. La tajamar del MP4-21 abre entonces los infiernos mientras el viento hincha sus trapos como un gigante sopla una tarta de cumpleaños. Firme al timón, Pedro está listo para librar una de sus más hermosas batallas, una que será olvidada por negligencia, costumbre o vulgar pereza, pero que cuando seamos viejos, algunos recordaremos al calor del fuego, esbozando una sonrisa.

Ítaca se desvanece lentamente en el horizonte. De la Rosa no lo sabe y volverá a buscarla, y a buscarla, y a buscarla. No la encontrará jamás y por eso se le juzgará luego, pero Pedro en Hungría se ha desatado y juega de tú a tú con todo un Schumacher a quien Poseidón ha bendecido y perdona los mil y un atajos que toma el alemán.

El dios de las profundidades es rencoroso y no ha olvidado que Ulises está condenado, que lo desterró él mismo, que no consentirá que llegue a casa ni así lo intente un millón de veces.

Pero aquella tarde de agosto de 2006, Poseidón también sonríe viendo a Pedro, y en tanto el español pierde la silueta de su isla por la espalda, accede a que sea recordado por su bravura y tesón, siquiera brevemente y por cuatro locos que no olvidarán jamás que aunque la vida acabe resultando injusta para quienes intentaron alcanzar Ítaca, una, dos, cien mil veces, mientras el recuerdo y agradecimiento sigan vivos, Pedro De la Rosa será siempre uno de los nuestros.

Os leo.

Muy bonito! 👏👏👍

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